Arquitecturas de lo efímero. Eso son los altares de culto. No son una manifestación artística menor, por mucho que estén sujetos a una temporalidad muy perecedera. Artistas hoy de alta estima y reputación, recibían antaño este tipo de encargos. Cera, flores, obras de arte en un segundo plano, y como elemento central, el titular. Por lo general ascendentes, dirigiéndonos hacia lo celestial. Simétricos y frontales, barrocos y primorosos.
Pepe Velasco nos ofrece dos magníficas fotografías para que disfrurtemos los altares de culto de dos de las grandes devociones de Granada. La del Cristo de San Agustín, Sagrado Protector de la Ciudad de Granada, nos retrotrae al XVIII. Claveles rojos, como la sangre de Cristo. La cera entre tiniebla, la más abundante, y blanca la más. La cruz argentea de la Sagrada Efigie, clavada en un sagrario sobre el que se apoyo un busto de San Agustín, sosteniendo en sus manos, según los cánones, el corazón y la pluma.
El Rescate con claveles y rosas, todo el rojo, como la Sangre de Cristo. Un niño penitente sin capirote, saluda al fiel que quiera acercarse a rezarle. No falta el detalle primoroso de las rosas a sus pies.