El traslado de Tres Caídas es uno de los actos que casi consiguen transportarnos a otra época, cuando durante siglos las imágenes iban en secillas andas, tiempos en los que recorrían las ciudad cofrades rezando el Vía Crucis. Actos para el recogimiento íntimo, sin el quebrado sonido del metal de las cornetas, pero con la dulzara lúgubre de las capillas musicales. Así es cada año el traslado del primer titular de la Cofradía del Rosario, un acto que pese a contar con la participación de centenares de hermanos y fieles, parece casi un encuentro privado, donde el tumulto queda oculto por la individualidad de los corazones. Una conmovedora cita con la historia como sucede cuando la Imagen retorna al antiguo Convento de San Francisco-Casa Grande, la vieja Capitanía Granadina, en el que durante siglos fue venerado por la Cofradia de los Cocheros, o con la contemplación al discurrir junto a San Gregorio el Bético, donde habitan la Exclavas del Santísimo. Un momento para renovar una estampa que todos los años emociona al pasar este nazareno junto al altar de cultos de la Cena del Señor, con el tapiz de fondo del retablo recocó al que llamaron los granadinos "la pepitoria", casa celestial del "Rosario de Plata". Son estos tres ejemplos del emocionante tránsito por las calles de Granada "del Tres Caídas", en este domingo de la segunda semana de Cuaresma.