El Claustro del Monasterio de San Jerónimo ha acogido el Vía Crucis celebrado por la Cofradía de la Soledad de San Jerónimo, aunque la primera y la última estación se han rezado en el interior del templo que atravesó la Imagen del Señor del Descendimiento sobre un catafalco negro, entre una pasillo compuesto por los característicos farolillos de la Hermandad más antigua de la Semana Santa. Los hermanos se fueron turnando para portar la talla y asistió una representación de los hermanos honorarios, transcurriendo todo en un clima de recogimiento extraordinario. Ha sido adenás una aportunidad para contemplar a la Soledad ataviada para sus cultos cuaresmales, exhibiendo su Soberana Realeza. En esta ocasión el vestidor, Francisco Garví, ha optado por dejar a un lado el rostrillo monjil de remembranzas decimonónicas y ha despejado su rostro, ofreciendo un aspecto de extraordinaria belleza y armonía.
