sábado, 19 de enero de 2013

TIEMPO DE COSTALES

TIEMPO DE COSTALES
ENERO
Una vez terminadas las fiestas navideñas y habiéndose adentrado el mes de enero con creces en nuestro día a día, nos disponemos a afrontar el período del año que tanto ansiamos y deseamos, y del que tanto hablamos en todas nuestras reuniones. Atrás han quedado los dulces, las cenas opulentas y los regalos, y ante nosotros se presenta un período que nos llevará a esa semana en la que las calles de nuestra tierra se cubren de cera, de pies nazarenos desnudos y de fragancias de incienso que harán de nuestra ciudad la nueva Jerusalén de cada año.
En este período, el costalero verá como sus sueños de tertulias y tertulias vuelven a hacerse realidad, y que sus esperados ensayos se convierten en su trabajo de cada semana.
Comienzan las igualás, donde volvemos a reencontrarnos con nuestros hermanos de cuadrilla y de palo, y junto a ellos, hablamos y bromeamos mientras, aunque no queramos reconocerlo, esperamos nerviosos la determinación del lugar que ocuparemos en el trabajo y las chicotás que nos deparará cada ensayo.
Igualás algunas que ya se han producido, y otras que se irán produciendo, y que conformarán el cuadrante de ensayos del costalero de Granada, que a partir de este momento llenará con su presencia, normalmente nocturna, la frialdad de una ciudad que, con estos duendes del sentimiento cristiano, verá descontar del calendario los días de invierno para ver acercarse con lentitud la coloreada y deslumbrante primavera del sur.
Desempolvaremos nuestra ropa de trabajo, y tomará un lugar preferente en nuestras habitaciones, para que no se nos olvide que nos debemos al trabajo que nos dicta nuestro corazón, y para que no vaya a escapársenos algún ensayo que pueda llevar consigo algún trabajo de menos en el día de nuestra estación de penitencia, cosa cuando menos absurda, porque no es concebible que algo por lo que respiramos todo el año pueda ser objeto de olvido en el momento en el que sucede.
Y comenzaremos los ensayos, con fríos, pérdida de horas de sueño y cansancios, pero con ilusiones nuevas y nuevas expectativas para el día en que todo nuestro trabajo cobrará vida entre las miles de almas que contemplen el paso de nuestros titulares por las calles de nuestra Granada.
Y volveremos a disfrutar trabajando marchas en chicotás interminables de calles vacías y gélidas,  a soñar en cómo será nuestro trabajo de ese momento extrapolado al día de la salida, y a reír con los mismos comentarios de siempre o sufrir con las imperfecciones que intentamos moldear por medio de estos simulacros de salida procesional que conforman nuestros ensayos costaleros. Volveremos a sentir emociones descontroladas y a vivir el pellizco de ser costalero de Nuestro Padre o Su dulce Madre.
Dejaremos de ser costaleros de sentimientos y recuerdos para volver a ser costaleros de trabajo con el cuerpo y el alma, y así, preparar un trabajo perfecto que nos cubra de gloria personal en nuestra Semana Mayor y nos brinde, después de ésta, unas vivencias que nos vuelvan a mantener vivos hasta la llegada de la siguiente Semana Santa.
Comienza aquí Granada a cambiar cada noche la sangre de sus venas por ensayos costaleros que navegan por sus entrañas como si de impulsos de vida se trataran.
 
 
 
 
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