La Cuaresma de este año 2013 está
plagada de singularidades, muchas propias de desarrollarse en este espacio
temporal. Así por ejemplo, va a coincidir con un acontecimiento relevante en la
vida de la Iglesia como es el Conclave para la elección de un nuevo Papa que
comienza este martes. También se desarrolla dentro del llamado Año de la Fe,
proclamado por Benedicto XVI y que comenzó el pasado 11 de octubre,
coincidiendo con el 50 Aniversario de la Apertura del Concilio Vaticano II, y
concluirá el próximo 24 de noviembre, festividad de Cristo Rey.
No están siendo ajenas las cofradías
a este Año de la Fe. Son numerosas las actividades, especialmente las
formativas, que hacen referencia a este acontecimiento o es abundante la reproducción
de logotipo de este acontecimiento en cartelería y otros elementos de
propaganda cofrade.
El origen de la palabra fe está en
el término latino fider que significa confiar. De esta palabra latina también
deriva el término fiel con el que se designa a quien practica una religión. La
Fe es un asunto capital. De hecho el Catecismo se articula en torno a ella y a
partir de esto se puede dividir en cuatro partes: la profesión de Fe, los
sacramentos de la Fe, la vida de la Fe y la oración en la vida de la Fe. El
propio Catecismo nos ayuda a definir la Fe cuando indica: “Dios invisible
habla a los hombres como amigos, movido por su gran amor y mora con ellos para
invitarlos a la comunicación consigo y recibirlos en su compañía. La respuesta
adecuada a esta invitación es la fe”. Añade a continuación el Catecismo una
cita bíblica que abunda en este asunto: “La fe es garantía de lo que se espera;
la prueba de las realidades que no se ven (Hb 11,1)”.
Nuestra fe no
puede quedarse en un pensamiento intelectual y ha de incidir en nuestras vidas.
Hay otra cita bíblica muy apropiada al respecto: la Fe sin obras está muerta
(Sant. 2,26).