El peor
aliado de las procesiones, la lluvia, hizo acto de presencia el Domingo de
Ramos en Granada. Las dificultades que ocasionó, fueron mayores que las que se
pronosticaban. A la hora en la que estaba prevista la salida de la Burriquilla,
llovía con intensidad. Sus dirigentes esperaron media hora para adoptar una
decisión definitiva. Aprovechando una tregua del fenómeno meteorológico y
disponiendo de partes que describían que la lluvia iba a ir desapareciendo
progresivamente durante la tarde, decidieron salir a la calle. El Alcalde, José
Torres, cumplió con la ceremonia de golpear el portón del Santuario del
Perpetuo Socorro, para que tras pronunciar el Hermano Mayor de la Alhambra,
Antonio Olivares, las frases protocolarias, se abrieran el templo y se iniciara
la procesión. El Arzobispo, Monseñor Martínez, que acompañaba a la Cofradía,
fue el encargado de dar la primera "llamá" del paso de la Burriquilla
y el primer edil hacía lo mismo con el palio de la Virgen de la Paz. La
comitiva iniciaba su recorrido, pero al llegar a la calle Elvira volvía a
llover. El cortejo podría haberse refugiado en la Catedral, aunque decidió
continuar con el itinerario previsto, pedir venía en la Carrera Oficial y
llegar hasta el Templo Metropolitano. Mientras el agua caía sobre el cortejo,
incluso en ocasiones con cierta fuerza. Algunos de los más jóvenes que
participaban en la procesión, la iban abandonando. Una vez en la Catedral,
existía la posibilidad de quedarse a cubierto, pero se optó por cubrir el corto
itinerario que los separaba del lugar del que habían partido y en el que tenían
previsto concluir la procesión. En este trayecto llovió todavía con más
intensidad.
Mientras el
resto de las cofradías de la jornada fueron suspendiendo sus estaciones penitenciales.
En algunos casos, esperaron unos minutos antes de adoptar una decisión. Así se
quedan en sus templos la Santa Cena y la Encarnacíón. El Despojado no
abandonaba su Casa de Hermandad, lugar de comienzo y fin de la estación de
penitencia de esta corporación. La Encarnación, aprovechando uno de los pocos
momentos en los que cesaba la lluvia, se atrevió a salir y en el momento en que
su segundo paso estaba a punto de abandonar la Parroquia del Sagrario, ante la
aparición otra vez de la lluvia, interrumpieron la procesión, volviendo sobre
sus pasos lo que ya había abandonado esta Iglesia.
A partir de
esos momentos se vivieron momentos de gran intensidad cofrade. Los pasos se
expusieron a la veneración de los fieles en el interior de los espacios
destinados a sus salidas. No les falto el cariño de sus cofrades y devotos. Así
fue la historia del Domingo de Ramos de 2013 en Granada.
Acompañamos esta información con
la imagen de la Victoria en el interior de Santo Domingo, junto al altar mayor, antes de retornar a su capilla.