La lluvia,
pese a su importancia a la hora de deslucir los cortejos penitenciales, no
puede disminuir la fe y el fervor del corazón de los granadinos. Y no creo que lo
hiciera. En los anales de la historia quedará que suspendieron sus estaciones
de penitencia las cofradías de San Agustín y el Rescate, a pesar de que esta
última intentó retrasar su estación de penitencia. Una jornada en la que la
historia nos contará que Los Dolores, pese a la amenaza de lluvia, volvió a
salir, como siempre ha hecho, aunque finalmente tuvo que retornar a su templo
cuando estaba en Plaza Nueva. Un Lunes Santo en el que el Trabajo inició
puntualmente su estación de penitencia y la culminó, a pesar de que tuvo que
adelantar sus horarios y un día en el que el Huerto salió dos veces a la calle
sin alcanzar en ningún caso la Carrera Oficial.
Pero en las
crónicas de esta jornada, debe sobresalir el ejemplar comportamiento de los
hermanos a la hora de aceptar todas las circunstancias descritas y la expresión
de religiosidad popular de quienes desde las aceras o en el interior de los
templos, veneraron a los titulares. Más allá del análisis que "a toro
pasado" se pueda hacer de lo afortunadas o no que fueron algunas
decisiones que siempre deben de merecer el respeto de aquello que se hace desde
el corazón, está el reconocimiento a la labor de las hermandades.
Hubo Lunes Santo en la Granada de
2013. Y lo hubo prendido en el corazón de todos los que vivieron esta jornada
desde los más profundo de su alma. Es imposible conocer que sucedió con
cada uno de los corazones de los granadinos, pero es muy fácil colegir, que
como escribíamos al principio, la fe y el fervor, no estuvieron ausentes.