A menudo los cofrades utilizamos el término de
Precuaresma. Así denominamos a un tiempo sin acotación concreta en su inicio y
que concluye el Miércoles de Ceniza, en el cual se desarrollan también
numerosos actos cofrades, con la intención de descongestionar este periodo
litúrgico. Es por ejemplo un periodo propicio para determinados actos
culturales que así no interfieren en los cultuales. Pero no estamos ante una
palabra inventada para nuestro argot. Fruto del Concilio Vaticano II fue la
promulgación en 1969 de un nuevo calendario romano que significó la desaparción
de un tiempo que se denominaba hasta entonces Precuaresma y que comenzaba tres
domingos antes del Miércoles de Ceniza, para terminar en esta jornada. Como en la Cuaresma , se suprimía el
Gloria y el Aleluya de la Misa
y el color litúrgico era el morado. También el nuevo Calendario Romano supuso
la desaparición de la denominación de Semana de Pasión para referirse a la
anterior al Domingo de Ramos, que ahora es sencillamente la quinta semana de
Cuaresma. Incluía esta semana el popular Viernes de Dolores, que igualmente ya
forma parte de pasado. No obstante, entre los cofrades todavía se continúa
utilizando los términos de la
Semana de Pasión y de Viernes de Dolores, aunque hemos de
insistir que puede tener un carácter historicista, pero no más. En cuanto a la Precuaresma , es en
realidad la pervivencia de un término antiguo, en desuso desde un punto de
vista estrictamente litúrgico y al que le hemos dado ya un significado
distinto.