Si en el pasado Domingo
la Escritura nos contaba la experiencia de los discípulos de Emaús, nuestro
protagonista de hoy en #DeCerca es todo un experto en contarle todo este tipo
de experiencias a los cofrades desde el ámbito de la formación.
Hoy tenemos en #DeCerca a
José Ubago Corpas, más conocido como Pepe Ubago.
-Pepe Ubago, muchos son
las años de servicio y entrega que has dado a nuestras cofradías, pero antes
queremos conocer más sobre tu infancia y juventud. ¿Cómo fueron esos años para
ti? ¿Cómo son tus orígenes?
Nací en el seno de una familia cristiana y católica,
en el ático de la calle Reyes Católicos número 37, el antiguo edificio de “La
Paz” y actual edificio de Cortefiel. La infancia se desarrolla con total
normalidad dentro de una familia humilde en la que convivían más de doce
personas en la misma casa.
Los hermanos, primos y amigos solíamos jugar entre
la plaza de las Pasiegas, plaza de Alonso Cano y el pasaje Diego de Siloé al
fútbol, bolas, lima y otros juegos populares de la época. Fui creciendo y, aparte
de ser monaguillo de mi parroquia del Sagrario, formé parte de la Cruzada
Eucarística del Cristo de la Yedra, en la que nos reuníamos todos los jueves
por la tarde en el Monasterio de la Cartuja con el Padre Ferrer.
De estas reuniones surgió un grupo de amigos llamado
“las cuatro P” de la Obra Sindical de Educación y Descanso. Esquiar,
excursiones y escaladas hacia Sierra Nevada fue nuestro modo de pasar el
tiempo. En esta asociación conocimos al gran Padre Don Manuel Ferrer, el cual
nos inculcó los valores de respeto y pasión por la naturaleza.
-Y las cofradías, ¿cuándo
llegaron a tu vida?
Mis orígenes, Manolo, los recuerdo llenos de
felicidad y entusiasmo. El primer acercamiento hacia nuestra Semana Mayor lo
tuve gracias a D. Juan Moral, secretario de la Hermandad de la Soledad de Santa
Paula. Yo estaba ayudando en mi parroquia del Sagrario a D. Toribio como
monaguillo. Cercano a la Cuaresma de 1957 D. Juan fue a pedirle al párroco que
los monaguillos saliéramos en la procesión de ese año.
Así fue como, con apenas ocho años de edad, pasé a
formar parte del grueso de hermanos de la Cofradía de la Soledad. Esta pasada
Semana Santa se han cumplido sesenta años de mi incorporación a la Hermandad.
-Como decía, muchos han
sido los años de pastoral en la vida cofrade y también en la vida de parroquia.
Conociéndote, tengo por seguro que sigues siendo un fiel evangelizador. ¿Cómo
es para ti evangelizar en el mundo cofrade?
Siempre he dicho lo mismo. Uno tiene que servir con
el ejemplo, eso para mí es evangelizar, ayudar al Creador con mi más humilde
ejemplo de vida. Por ello, siempre he pretendido escuchar a la gente para
intentar hacer llegar a mi manera el mensaje del Señor. Los cofrades
necesitamos formación continua, no podemos quedarnos en el mero hecho de hacer
Estación de Penitencia, hay que ir más allá y servir a Dios con nuestro
testimonio de fe.
-Fuiste Vocal de
Formación en la Real Federación, donde estuviste muy cercano siempre a los
jóvenes. ¿Cómo recuerdas aquellos años en el ente federativo?
Los recuerdo siempre con mucha alegría, puesto que
estaba haciendo lo que más me entusiasma, que es estar en contacto con la gente
joven. Como decía San Juan Pablo II en su visita a España en el discurso que
dio a los jóvenes en el estadio Santiago Bernabéu en el año 1982: “los jóvenes
no son el futuro sino el presente”. He de destacar que sin el apoyo de aquellas
juntas de gobierno federativas todos los proyectos con la juventud no se
habrían podido llevar a cabo. También he tenido la oportunidad de conocer a
grandes personas y compañeros, también me he llevado grandes amistades que
perdurarán siempre.
-Además de tu visión en
el ámbito formativo, la Federación es el ente que dirige y coordina la
actividad de nuestras hermandades y cofradías en la Semana Santa y en grandes
eventos como la Magna Mariana o la Passio Granatensis que viviste. ¿Qué
detalles contarías a nuestros lectores sobre esos días de organización y
emoción cofrade por eventos tan magnos?
Sin lugar a dudas, destacaría la unión y el esfuerzo
realizado por todos los miembros y colaboradores de los dos eventos y del
recuerdo en los instantes previos de aquellas personas que no se encontraban ya
entre nosotros como José Luis Clements y Pedro López.
En esos dos días, las Hermandades fueron un claro
ejemplo de catequesis a nivel mundial y siendo un claro ejemplo de cristiandad
cofrade.
-Eres fiel hermano y
devoto de la hermandad de San Jerónimo, la del Descendimiento del Señor y la
Soledad. De hecho, creo recordar que tienes uno de los números con mayor
antigüedad de hermano, sino el más antiguo. ¿Cómo es tu vida cofrade en la
hermandad durante los trescientos sesenta y cinco días del año?
En efecto Manolo, actualmente ostento el número
cinco, pero eso es sólo un mero hecho, un número sin importancia, pues es igual
el hermano cinco que el trescientos treinta y cinco. En la Hermandad Soleana he
desempeñado multitud de cargos siendo el más importante el ser hermano de tan
querida Cofradía.
Por desgracia, mi aportación activa a la Hermandad
se vio truncada en la primera mitad de los años noventa a causa del accidente
de tráfico que padecí. Siempre he dicho que hay que dejar paso a la gente
joven, pero siempre que me necesite mi Hermandad ahí estaré como fiel y devoto
hermano.
-Desde retomar la
liberación del preso, las andas para el Señor y desaparición de personajes, la
salida de las cuatro Chías o la cuadrilla mixta para la titular mariana. ¿Qué
te han parecido los cambios que ha tenido tu corporación en los últimos años?
Como todo en la vida, nunca puede llover a gusto de
todos. Sí es cierto que, en los primeros años de vida de la Hermandad, nuestros
predecesores tenían el anhelo de portar al Señor del Descendimiento en un paso
procesional de “misterio”. Llegaron al punto de tener un boceto de Navas
Parejo, el cual no se pudo llevar a cabo porque la Hermandad decidió destinar
ese presupuesto a la realización y construcción de las Escuelas del Ave María
San Cristóbal a petición del Consiliario de la Hermandad que por aquél entonces
era Don Pedro Manjón, sobrino de Don Andrés Manjón.
La liberación anual del preso es una recuperación
histórica muy importante no sólo para la Hermandad sino para nuestra ciudad, ya
que antiguamente era un preso condenado a muerte el que se liberó.
-Además de la hermandad
popularmente conocida como ‘las Chías’, ¿hay alguna otra, de gloria o
penitencia, que cuente contigo en su nómina de hermanos?
Actualmente soy hermano orquillero de la Hermandad
Patronal de la Virgen de las Angustias. También fui hermano de la Cofradía del
Cristo de la Misericordia.
-Volviendo al ámbito
personal: siempre he escuchado que tuvo lugar un suceso que cambió tu vida,
sobretodo en la manera de pensar o actuar. Un accidente de tráfico hace ya
algunos años. ¿Cómo fue aquello? ¿Qué sacaste positivo de tan grave situación?
Sucedió en diciembre del año 1992. Fue un punto y
aparte en mi vida. Tras más de año y medio de recuperación y rehabilitación
pude retomar mi vida personal. En ese periodo de tiempo descubrí la verdadera
amistad de personas que no consideraba importantes. Esas amistades y el apoyo
incondicional de mi familia hicieron que saliera adelante mejor de los
pronósticos que los médicos habían predicho.
De los momentos difíciles hay que aprender y sacar lo
positivo de ellos, y yo aprendí a valorar lo que realmente es importante en la
vida.
Asimismo, este último año también he notado el calor
de todos mis amigos cofrades en los momentos delicados de salud que he
padecido.
-La fe es más que necesaria,
sobretodo en los momentos de dolor y desánimo. Tú la has hecho llegar a través
de tus cartas, escritos o conferencias. Después de tantos años de entrega,
¿cómo crees que es el estado de salud de los cofrades en el ámbito formativo y
espiritual?
El estado de salud es bueno, pero siempre se puede
mejorar. Como he dicho anteriormente, los cofrades necesitamos formarnos
continuamente. Si pensamos que lo sabemos todo o que ya no podemos aprender
nada nuevo, es cuando caemos en el error.
-Suelo preguntar a todos
los entrevistados en #DeCerca sobre el parecer de la familia sobre la pasión
cofrade del protagonista en cuestión. En este caso sé que es toda una familia
entregada a la Semana Santa de Granada.
Mi familia, por suerte, me ha apoyado y ha seguido
siempre mis pasos. Mis hijos forman parte activa de nuestra Semana Santa, es
ahora cuando les toca a ellos el ser la parte activa. Como padre y esposo,
estoy más que orgulloso de ellos y que, por suerte, también nos una la pasión
por nuestra Semana Mayor.
-Y sobre los días
grandes: ¿cómo vives la Semana Santa desde que sale la hermandad de la
Borriquilla hasta la Resurrección en Vergeles?
Cada año siento la misma ilusión como la primera
vez. Estoy ansioso por vivir cómo se abren las puertas de una nueva Semana Santa
y ver cómo salen los críos hebreos de la hermandad de la Borriquilla; ver como
nuestras hermandades cuidan cada vez más a sus hermanos en la calle, sabiendo
que todos los detalles están más que previstos y excelentemente preparados; veo
chicotás que se quedan en el recuerdo; pero sin duda me quedo con los buenos amigos
que hay en todas y cada una de ellas.
-¿Qué balance haces de la
Semana Santa de 2017?
Sinceramente, hacía tiempo que no vivíamos una
Semana Santa con tanto esplendor. El tiempo nos ha acompañado y hemos podido
ver como los cortejos han crecido notablemente. Desde aquí, me gustaría dar mi
más sincera enhorabuena a todas las hermandades, pero, como siempre digo, hay
que seguir avanzando y mejorando, lo podemos hacer mucho mejor.
-Como cofrade de a pie,
¿cómo crees que es el estado de salud de las treinta y dos hermandades y
cofradías de nuestra semana mayor?
Siguiendo el hilo de lo anteriormente dicho, creo
que es muy bueno, aunque no podemos relajarnos. Seguramente el año que viene
sea mejor y con más participación de los hermanos.
Y
para conocerte un poco más de cerca:
- Un recuerdo de tu infancia como cofrade:
La primera vez que llevé el
incensario en la Hermandad de la Soledad.
-
Una imagen de Cristo de nuestra Semana Santa:
Todas son importantes, pero
me quedo con el Cristo del Descendimiento.
-
Una imagen mariana de nuestra Semana Santa:
Soledad de San Jerónimo.
-
Una marcha cofrade:
Alma de Dios.
-
Tu mejor recuerdo como cofrade:
El conocer a tantos buenos
amigos.
-
Un momento especial de la Semana Santa (que no sea una de las hermandades donde
procesionas):
Me quedo con la Aurora por
los Grifos de San José, con el Señor del Rescate por la Magdalena, con el
Cristo de la Misericordia saliendo de San Pedro y San Pablo y con el acto piadoso
del Viernes Santo a las tres de la tarde.
-
Tu rincón para ver cofradías:
Plaza de las Pasiegas.
-
Tu momento más feliz como cofrade:
Mi primera Estación de
Penitencia.
-
Y el que te hubiera gustado no vivir:
La ausencia de algunos
amigos y buenos cofrades.
-
¿Con que adjetivos definirías nuestra Semana Santa?
Espectacular,
extraordinaria, única y catequética.
-
Cuéntanos alguna anécdota cofrade que hayas vivido:
Cuando me comunican que me
han otorgado el Nazareno a los jóvenes valores, el cual yo pensaba que no era
meritorio de tan gran reconocimiento.
Muchas
gracias Pepe, de parte de todo el equipo.
Gracias a ti, Manolo, y a
todos los miembros del equipo de Cruz de Guía por brindarme esta
oportunidad.