No era lo previsto, pero sucedió. Cuando a las 4 de la tarde debía de iniciarse la histórica salida de la Borriquilla que volvía después de 18 años a San Andrés, llovía. Pero lo hacía ténuemente y la Cofradía decidió retrasar una hora su salida. Ello suponía variar parte del itinerario para no entorpecer al resto de las hermandades de la jornada. A la hora prevista la lluvia arreció. Sí se produjo la llamada protocolaria de Santa María de la Alhambra, que cedió la simbólica llave al Alcalde, Paco Cuenca. Finalmente se abrieron las puertas de la parroquia, pero el cortejo no salió, pese a que se apuraron las posibilidades, incluso tratando de reorganizar la jornada. La lluvia no cesaba y se suspendió la procesión, lo mismo que hizo poco después la Sentencia que también agotó sus opciones hasta que resultó imposible.
Sin embargo el pronóstico inmediato señalaba que la lluvia desaparecería en torno a las 7 de la tarde. Esto animó al Cautivo y a la Santa Cena a retrasar el inicio de su estación de penitencia, que finalmente iniciaron en torno a esa hora. También la prudencia llevó al Despojado a retrasar su salida unos minutos. Finalmente estas tres corporaciones fueron las única que pudieron desfilar por las calles de Granada, en medio de un frío intenso, aunque con muchísimo público. Las bajas temperaturas pudieron ser las culpables de que el ritmo de los cortejos fuese mucho más ágil que en otras ocasiones.
Hay destacar la extraordinaria coordinación durante esta jornada compleja de Federación y Ayuntamiento, en todo momento con el apoyo del Arzobispo, Monseñor Martínez. Todas las opciones, que finalmente permitieron salvar parte de la jornada, se pudieron desarrollar con agilidad. Así se coordinaron los posibles cambios de recorrido y los horarios definitivos.
En la fotografía que acompaña esta información el misterio de la Santa Cena en el retorno a Santo Domingo.