Elena Fernández Hurtado eligió un paseo turístico por el Realejo, durante una la mañana de un sábado de Cuaresma, para pregonar la Semana Santa del que ella dijo que era su barrio de adopción. Y se hizo acompañar de dos personajes que eran a la vez ficción y realidad; personajes, en la forma, fruto de su imaginación y, en el fondo, creación propia, al entenderse que en ellos quedaban reflejados su padre y su hermana ya fallecidos, pero que durante al menos unos momentos, ella devolvió con carácter literario a la vida,.
Con ellos se había citado en Plaza Mariana Pineda, pero antes tuvo tiempo de saludar a la Patrona en este recorrido imaginario al que nos invitó la Pregonera que ofreció su pieza oratoria en el Monasterio de las Comendadoras de Santiago, este sábado 3 de febrero. Era el 35 Pregón del Realejo en el que Manuel Montes, cofrade de la Cañilla, a la vez que como Elena, miembro del equipo de CRUZ DE GUÍA, se encargó de conducir el acto, y en el que Clara Ubiña actuó como presentadora para descubrirnos una biografía en la que a pesar de su juventud, 30 años, se describe un curriculum cofrade de un carácter acentuadamente realejeño.
Por San Matías, camino de la Alhambra
La ruta cofrade-turísitico-emotiva de Fernández comenzó en la calle San Matías, deteniéndose ante la Iglesia Imperial de San Matías y sus escalinatas, pasando después junto a Jesús y María, donde recordó el retorno que por ella hacen las cofradías de Santo Domingo y llevándonos hasta la Iglesia de las Carmelitas Descalzas, aprovechando para recordar el 800 aniversario de la Fundación de la Orden Mercedaria que este año conmemora la Cofradía del Nazareno, a la que se refirió como la hermandad de silencio del Relajo.
Después, nos situó junto la escultura de Yehuda Ibn Tibon en la calle Pavaneras y relató cuando recibe a las hermandades del barrio tras haber pasado por la Carrera Oficial. Imaginó allí la llegada del Señor de las Tres Caídas y recordó a su capataz José Carranza, aprovechando también para evocar la figura de María Eulalia Ruiz, hermana de la Cofradía del Rosario recientemente fallecida. Aprovechó para reivindicar la estética del nimbo y la corona de Espinas que luce el titular cristífero de la corporación rosariana y marchó a la Cuesta de Gomérez para hablar de Santa María de la Alhambra y narrar poéticamente su discurrir por el bosque donde "el agua transcurre como un rumor por las aceras".
San Cecilio: Favores y Misericordia
La siguiente estación fue la Iglesia de San Cecilio, donde al recordar la Coronación Canónica de la Misericordia, nos contó que en los preparativos de la celebración fue donde tuvo la oportunidad de conocer a quien hoy es su esposo. Al señalar la vinculación de la Cofradía de los Favores con el Convento de Santa Catalina, mostró su preocupación por el reciente cierre de este convento y el de las Vistillas, que también forma parte del barrio.
De las Comendadoras a Santo Domingo
El Monasterio de las Comendadoras fue el siguiente objetivo de su recorrido por el Realejo más cofrade. El sabor de la calle Santiago cada Lunes Santo o las cruces de Mayo de la Hermandad del Huerto, ilustraron en este momento sus palabras, pidiendo además que se recuperen las Jornadas de Cultura Cofrade que organizó durante años la corporación y describió diálogos íntimos con la Virgen de la Amargura.
Su último destino fue Santo Domingo, donde habló de la importancia de la Misa y de la novia del Realejo, forma en la que citó a la Victoria. "Hay victoria tras la muerte", sentenció, a la vez que se refería a las bondades estéticas de su palio. Como era de esperar, la Cofradía de la Cañilla, de la que es hermana y a la que la llevó la tradición familiar, ocupó un lugar destacado en el Pregón de Elena. Introdujo en ese momento un reconocimiento a la figura de Manuel Padial y citó a las familias que tradicionalmente han sido el núcleo de la Hermandad de la Humildad. Reconoció que el día de salida de su procesión, es el día grande de su familia.
De repente, ante el altar de la Archicofradía del Rosario, desaparecieron sus dos acompañantes, sin que ella supiera explicar bien el motivo. Sin embargo, el Pregón no perdió su hilo argumental. Tocaba hablar de la evangelización, la autocrítica, de la necesidad de conocer nuestra historia y de investigar sobre ella ... El discurso de Elena volvió a tornarse Eucarístico cuando afirmó que en la Santa Misa se renueva a diario el Calvario de Cristo.
Por último se refirió al cartel que se había descubierto momentos antes de que iniciara su parlamento y en el que el fotógrafo Luis Javier Quesada ha retratado una de las grandes devociones de la Pregonera: la Soledad de Santo Domingo. Ella y los Facundillos, fueron los últimos argumentos de una disertación leída con sentido, sentimiento, pulcritud y claridad, y sobre todo con un gran espíritu cofrade.