Encontrar apoyo psicosocial y capacitación parental a
mujeres en contextos de prostitución, trata de personas, vulnerabilidad o
riesgo social son las bases sobre las que trabaja la Fundación Amaranta, las Madres
Adoratrices y el equipo humano que conforma La Casa de la Esperanza,
realidad vinculada a la celebración de los 300 años de la realización de la
imagen de Nuestra Señora de la
Esperanza y a su Coronación Canónica. La Casa de
la Esperanza empezó a funcionar en junio de 2017 y hasta diciembre de 2018 han
pasado por ella 27 personas, 13 mujeres y 14 menores; la mitad de las familias,
de nacionalidad española; Colombia, Ghana, Nigeria, Brasil, Marruecos y
Bulgaria son las nacionalidades de las atenciones que han prestado las Madres
Adoratrices en la Casa de la Esperanza a las mamás que han recibido.
El 80% de las mujeres que han pasado por la Casa han
recibido formación y el 40% ya vive de forma autónoma fuera del recurso, con un
trabajo remunerado; de igual manera, todos los menores están escolarizados.
Entre las actividades que se desarrollan durante la
estancia en la Casa de la Esperanza se encuentran talleres sobre concina
española, elaboración de menús diarios, plancha y español, todo orientado a la búsqueda
de empleo.
En la Casa de la Esperanza las Madres Adoratrices a
través de la Fundación Amaranta y su Proyecto Tunza, se ofrece una residencia
segura y protegida, atención a las necesidades básicas, soporte emocional y
acompañamiento en el proceso de autonomía, entre otras cosas. Entre los
talleres que realizan se encuentran uno de habilidades sociales u otro de
mamás, además de celebrar asambleas en las que se favorece la comunicación
entre ellas y se tratan diversos aspectos de la vida cotidiana.
La Casa de la Esperanza cuenta con un presupuesto
anual de 39.200 euros, siendo el montante mayor el de personal, con 20.800, y
el alquiler y mantenimiento más de 12.000, cantidad que corre por cuenta de la
hermandad.