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sábado, 25 de febrero de 2012

DIARIO PARA UNA CUARESMA - SÁBADO DESPUÉS DE CENIZA - 25 DE FEBRERO

Todavía tenemos muy próxima en el tiempo la celebración del Miércoles de Ceniza. Este acontecimiento litúrgico muestra de la gran riqueza del calendario de celebraciones que nos propone la Iglesia, ocupa un lugar destacado en el corazón de muchos católicos y en especial de los cofrades. Resulta alentador que no sea necesario que esté señalado como día de precepto, para que los templos acojan a numerosos fieles dispuestos a participar en esta función. Sorprente más, cuando no es un día festivo, con todas las dificultades que para muchas personas supone en este caso conciliar su vida laboral, con la asistencia a la iglesia. Momento de especial solemnidad es cuando se nos impone la ceniza. Cada uno, de manera individual recibe este signo. Dos son las frases, de entre las que se puede elegir una, por parte del ministro, en el momento en que se nos marca la cruz sobre nuestra frente. Se nos dicen individualmente a cada uno de nosotros y ambas contienen un profundo significado. La una dice: Convertios y Creed en el Evangelio (Mt. 3,2). Está tomada del comienzo del Evangelio de San Marcos y corresponde justamente al inicio de la vida pública de Jesús. Es una llamada a la conversión de nuestros corazones, porque más allá de las manifestaciones externas que con tanto mimo cuidan los cofrades, debe estar esta conversión interior, a la que llegamos en la intimidad con Dios. Él conoce cuando de veracidad hay en nuestra conversión o cuanto de esfuerzo para lograr esa conversión veraz. En segundo lugar, nos invita a creer en el Evangelio, es decir en la Buena Noticia que nos traje Cristo con su Pasión, Muerte y Resurreción: la Redención. Se trata de concepto clave y al que prometemos volver con más detenimiento en este Diaro para una Cuaresma.



La otra frase, también expone una rotundiad extraordinaria: Polvo eres y en polvo te convertirás (Gn 3, 19). Aparece en el Génesis y también, no de manera textual, pero sí real, en el Eclesiastés. En el primer libro de la Biblia la encontramos en el contexto de una serie de maldiciones que luego de haber pecado, infiere el Señor al hombre. Así, luego de exponerle las penas, le recuerda lo efímero de su vida terrenal, lo que en el fondo, al menos para el hombre de fe, debe de ser una liberadión. El mismo Dios anuncia el cese de las penas cuando "vuelvas al suelo, pues de él fuiste tomado, porque polvo eres y en polvo te convertirás". Convertidos el polvo, será cuando podamos alcanzar la promesa del cielo.scribió el poeta.