La fiesta de la Candelaria que hoy dos de febrero celebramos los cristianos, tiene su origen en una antigua tradición judía. Dicha tradición consistía en que a los 40 días de haber dado a luz a un hijo, la madre debía acudir al templo para ser purificada, llevando como ofrenda dos palomas y dos pichones. Este momento está estrechamente relacionado con la Presentación de Jesús al Templo y su circuncisión, aunque en ocasiones el arte nos representa las escenas diferenciadas, todas forman parte de un mismo episodio de la vida de Jesús y de María.
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| Luis de Morales, 1560. Museo del Prado |
La Liturgia Cristiana va a conmemorar esta tradición con velas, haciendo referencia a Cristo como la luz que ilumina al mundo, por lo que la fiesta se conoce como de la Candelaria o de las luminarias. Al mismo tiempo no debemos olvidar el carácter purificador del cirio o candela.
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| Alonso Cano, Catedral de Granada. |
El arte granadino se hace eco de esta escena en múltiples obras, tanto de escultura, como de pintura, en las que aparece normalmente San José acompañando a la Virgen y el Niño. Por lo que la cesta con los pichones y las palomas se van a convertir también en un atributo del Patriarca.
Entre los ejemplos más importantes destaca uno de los lienzos de la Vida de la Virgen de Alonso Cano en el ábside de la Catedral de Granada o la escultura atribuida a José Risueño del granadino convento de Zafra.
Finalmente señalar que en estas obras la Virgen se nos va a mostrar generalmente en actitud retraída y un tanto avergonzada, esto se debe a que el hecho de tener que ser purificada era signo un tanto deshonroso para las mujeres judias.
José María Valverde Tercedor