Para el granadino
septiembre es un mes especial. El verano va muriendo lentamente mientras el
otoño renace entre suspiros y poco a poco, con la dulzura de una amante, va
desnudando los árboles de la ciudad. La ciudad va despertando de la soledad del
tiempo estival y en cuestión de días, Granada retoma su ritmo habitual. Es precisamente
en esa amalgama de cambios de luces y colores, cuando surge la oración más
profunda y sincera del granadino, el rezo a esa Madre que durante todo el año
acoge en sus brazos misericordiosos a sus hijos. Por eso el granadino tiene en
septiembre una cita obligada con su Patrona. En esos días, la Basílica de las
Angustias se convierte en un punto de peregrinación obligado para los fieles.
Un lugar donde la tradición y la oración se unen conformando uno de los
momentos de más emoción para los devotos. Granada se rinde a los pies de su
Patrona y ella, agradecida, los ampara y protege durante todo el año.
El primer encuentro con
la Virgen, es el día 15 de septiembre, cuando se celebra la popular ofrenda
floral, en la que los fieles se acercan a las plantas de María para entregarle
como presente las flores más perfumadas y bellas de la ciudad. Flores en los
que los devotos guardan sus dolores, sus penas y sus congojas con la esperanza
de que la Virgen escuche sus súplicas y calme sus almas agitadas como sólo una
madre sabe hacerlo. Por segunda vez, el granadino va al encuentro con María el último
domingo de mes, cuando en esta ocasión, es la Patrona quien sale a las calles
para repartir su Gracias divina a toda la ciudad, que la espera, que le reza y
que le grita “¡Viva la Virgen de las Angustias!”.
Pero la celebración de
la festividad de la Patrona va más allá del culto religioso. Durante todo el
mes, la gastronomía toma un papel protagonista y hace las delicias de los
paladares, siendo el producto estrella la famosa torta de la Virgen. Un dulce
con forma ovalada, cuyo tamaño puede ser variable, compuesto de una masa con
azúcar por arriba y rellena del tradicional cabello de ángel. Aunque bien es
verdad que cada vez es más frecuente disfrutar de otros rellenos tales como el
chocolate, la crema, las nueces o las pasas, entre otros. De la misma forma,
Puerta Real se convierte en un mercado improvisado de puestos repletos de
dulces y frutos de otoño. Azofaifas, acerolas, membrillos, granadas, maoletas,
etc. que dan un sabor y un color especial a las calles de la ciudad.
Hoy que tiene lugar la
procesión, es un día fraternidad y de oración, un día para salir a la calle, al
encuentro de la Virgen, abrirle nuestro corazón y rezarle desde lo más profundo
de nuestro ser y compartir con ellas y con nuestro semejantes nuestra fe y
devoción. Porque como dice la una de las coplas
dedicadas a la Patrona, “la Virgen de las Angustias, la que más altares tiene,
porque no hay un granadino que en su pecho no la lleve”. ¡Feliz día de la
Virgen!