La Banda Municipal dedica su concierto de este
domingo 19 de marzo (12,30-Teatro Francisco Alonso) a los últimos cien años de
la música cofrade granadina. En su organización colabora la Cofradía del Vía Crucis
que como la Banda cumple este 2017 cien años. Contará con la participación del
cantaor Curro Andrés, la escenografía de Mariano Sánchez Pantoja y la
presentación de Vicente Gomariz.
Primera
parte
Las primeras marchas procesionales se escribieron en
el siglo XIX, aunque ya el compositor granadino del XVIII Antonio de la Cruz,
redescubierto gracias a la labor del profesor Barberá, describe los apuntes
iniciales del género. De él se ha ocupado en su programación la Banda Municipal
de Granada, en su afán permanente por atender nuestro patrimonio. Pero hace
cien años, la interpretación de obras que pudieran llamarse extrictamente
marchas procesionales, tenía un uso muy restringido. De esta manera, en las
estaciones de penitencia, cuando participaba una banda de música lo hacia
mediante adaptaciones de obras clásicas. Las más populares, curiosamente,
estaban escritas originalmente para piano, como es el caso de la marcha fúnebre
de Chopin o la del Mendelssohn, que será la que se oiga en este concierto.
Pronto comienzan a hacerse populares también obras
escritas para ser interpretadas en procesiones. Surgen entonces auténticas
obras maestras, como Mektub (1925) de Mariano San Miguel. Tanto la Banda
Municipal como la de la Banda de la Infantería de Marina de Madrid, hicieron de
esta composicón un clásico de nuestra Semana Santa. Otro de los grandes
maestros del género fue Emilio Cebrián, director de la Banda Municipal de Jaén,
quien escribe en 1935 Nuestro Padre Jesús, que con el tiempo fue también una de
las marchas más populares en Granada, a pesar de estar dedicada a una
advocación de la capital del Santo Reino. El genio de Cebrián se acabó muy
pronto. Falleció de forma accidental en 1944, pero el año anterior compuso otra
de sus obras fundamentales, Jesús Preso, también habitual en los desfiles de la
Semana Santa granadina.
Segunda
parte
A finales de los 70, la influencia de las marchas
sevillanas se extiende en Granada. Pasan los campanilleros de López Farfán,
también formó parte de repertorio tradicional en nuestra ciudad, donde hasta
los 80 muy pocos autores se había preocupado de la marcha de procesión, salvo
casos aislados y de enorme mérito como la saga de los Megías o Faus. Sin
embargo, a partir de la publicacón de Aurora (1983) de Sánchez Ruzafa, con la
que se inicia la segunda parte del concierto, y de la edicón del disco Semana
Santa en Granada, que prestó atención a nuestro compositores, comienza a
escribirse música procesional granadina de forma cada vez más habitual. Además,
su autor se convierte desde entonces en el principal promotor e impulsor de las
marchas creadas en Granada.
Hoy son más
de medio centenar las obras que merecen el calificativo de marchas
procesionales granadinas. Nos referimos sólo a las compuestas para banda de
música, porque también se han escrito muchas marchas de este tipo para bandas
de cornetas y tambores, agrupaciones musicales y, en menor medida, para
capillas. Es cierto que casi siempre las
marchas foráneas son más interpretadas que las propias, tanto en conciertos
como en procesiones. Sin embargo hay tres obras granadinas que además de haber
tenido un enorme éxito aquí, también se han exportado a toda la geografía
española: Palio Blanco de Miguel Sánchez Ruzafa, Passio Granatensis de Ángel
López Carreño y Mi Amargura de Victor Manuel Ferrer. Con la segunda de estas
obras concluye hoy el concierto, que incluye igualmente a autores del talendo
indiscutible de Melchor Perelló, Aniceto Giner o Francisco Higuero, que es el
más prolífico de los compositores granadinos.
La
saeta
La saeta también que está presente en este
espectáculo, ha evolucionado durante este siglo. Su historia en Granada ha
corrido prácticamente paralela a lo sucedido en el resto del sur de España. El
Maestro Curro Andrés nos trae dos ejemplos que nos permiten escuchar su
evolución. Hasta mediados del siglo pasado, era habitiual la convivencia de
saetas sin pasar por el tapiz del flamenco, con otras impregnadas de las
características de este genuino arte. Tendremos la oportunidad de oír, en la
primera parte del concierto, una saeta antigua, sin influencia flamenca
reconocible. En Granada este cante hace mucho que no se escucha y lo que
predomina ahora es la saeta aflamenca, que será el otro ejemplo que, en la
segunda mitad, podremos disfrutar.