Viernes de Dolores
Ha llegado el día. Las
lágrimas de la Dolorosa anuncian ya los momentos más importantes de la Humanidad. Es Ella
la que se adelanta al sufrimiento y la que llenará de Esperanza los próximos
días. En su Soledad nos ofrecerá una compañía llena de ilusión. Llena de fe.
Son sus angustias la puerta que abre el cielo: Puerta del Cielo la aclamamos en
las letanías. Ya es viernes de Dolores. Una antigua antífona, el Stabat Mater,
nos invita a sentir su dolor, para que lloremos con Ella. Pero, justo antes,
esa bellísima traducción de Lope de Vega la define como “Madre llena de Amor”.
Y es que, o sentimos ese amor o es bien difícil acompañarla en el dolor que va
traspasarla en los próximos días. Una vez más nos vemos incapaces de acometer
esa empresa. ¿Cómo sumarse a la aventura de la Cruz? ¿Quién se atreverá? Sólo
una ayuda especial de Dios nos permite adentrarnos en la asignatura más difícil
de la vida. Aprobar
esta asignatura de la Cruz requiriere como paso previo el estudio aplicado de
la generosidad, la fortaleza y siempre la vivencia de la fe. La cruz es el elemento
al que rendiremos todos los honores en los próximos días por ser el símbolo “de
nuestra salvación”. Y junto a la Cruz encontraremos la siempre amable figura de
María. Ella nos enseñará a practicar ese “ascetismo sonriente” tan
característico del verdadero cristiano. Sí. Es Viernes de Dolores pero este
salmo que hoy recitamos acabará en Gloria. En la Gloria de la resurrección que
experimenta… el que ha abrazado con fe, con fortaleza y con generosidad la Cruz. Como hizo Ella.
Maestra de fe y, Madre de Dios y de cada uno de nosotros.