En
cuestiones de paisaje y valores, la Carrera del Darro es extraordinaria. Favorita
de los granadinos, sorprende a todos los visitantes.
Cuando
nos situamos en su inicio, en Plaza Nueva, llama la atención la topografía. Se
observa al fondo un trozo de colina y la muralla antigua de la ciudad. Y se ve
que la colina no está construida. Es la perfecta perspectiva, encajonada entre
dos montes, surcada por un río y al fondo contemplamos
que la ciudad poco a poco se disuelve. Paseando por ella, el frescor es
palpable, su brisa fresca en verano, heladora en invierno, es siempre propia de
espacios ajenos a la ciudad, espacios rurales, de campo. Sin embargo estamos
dentro de la ciudad. Es como un trozo de ciudad que en parte nunca fue. A la
derecha el magnífico Bosque de San Pedro, encima la Alhambra, a la izquierda históricos
edificios que salpican este recorrido, el río, su brisa, su vegetación en
cierta forma asalvajada, los puentes de piedra. Es una calle que corre junto a
un río y en la que se entremezclan patrimonio, naturaleza, historia,
perspectiva, encuadres… Digamos que engloba una serie de cualidades que la
hacen única y maravillosa.
La
Carrera del Darro no existía como hoy la conocemos. Es un buen ejemplo de la
evolución histórica de un espacio y de cómo las capas históricas enriquecen las
ciudades. Tras la conquista cristiana se inicia una transformación de la ciudad
hacia criterios más castellanos: ensanches de calles, alineaciones y derribos
de casas viejas. Esto sucede en la Carrera del Darro en la que además se
erigirán edificios, tanto religiosos como civiles, importantes en los nuevos
estilos arquitectónicos: renacimiento y barroco. Se convierte por tanto, en un
paseo jalonado de restos de época islámica que se encuentran ocultos en muchas
de las casas o conventos realizados en época cristiana sobre los restos
dañados.
A
su inicio encontramos la Iglesia de Santa Ana que ocupa el espacio de una
antigua aljama que parece que fue fundada por el propio Rey Badis, tercer rey
de la taifa de Granada, en el siglo XI, perteneciente a la dinastía zirí. Santa
Ana fue construida en 1537 y según proyecto de Diego de Siloé, artista
renacentista de gran renombre, que terminó obras como las del Monasterio de San
Jerónimo o la misma Catedral. La torre se agrega de 1561 a 1563.
Interesante
es acceder a la calle Cuesta de Santa Inés y contemplar la imponente fachada de
la Casa Agreda, residencia aristocrática en su momento, que fue en el XIX
colegio de niñas y en 1940 se arregló como orfelinato. Su portada impresiona en
una calle tan estrecha, con cuatro gruesas columnas dóricas que sostienen una
balconada con un frontón partido en el que puede verse el escudo de armas de
Don Diego de Agreda.
En
la Carrera del Darro encontramos El Bañuelo, felizmente abierto desde hace poco
tiempo para la visita al público. Construido posiblemente en el siglo XI es de
los baños mejor conservados y de las obras más antiguas de Granada. Junto al
Bañuelo, la llamada Puerta del Cadí. Se conserva sólo el arranque de lo que fue
una gran puerta sobre el río. De esta forma se controlaba el curso del agua y
se bajaba una compuerta que permitía su acumulación para posterior arrastre de
restos e inmundicias acumuladas en el cauce del río Darro.
Un
poco más adelante tenemos el Convento de Santa Catalina de Zafra, se construyó
sobre un área de casas donadas por los Reyes Católicos. Termina su construcción
en 1540. Es un convento construido aprovechando un grupo de construcciones
entre la que se encuentra la Casa nazarí de Zafra, actualmente donde se ubica
la Fundación Albaicín.
Junto
al Convento encontramos la Casa de Castril, Museo Arqueológico de la ciudad, actualmente
cerrado. Perteneció igualmente a la familia de Zafra y debe su nombre al señorío
que ejercían en el pueblo de Castril. Es un maravilloso palacio y se atribuye
su portada a Diego de Siloé. Con una gran decoración, merece la pena pararse y
observarla un rato. En su clave se observa una reproducción de la Torre de
Comares, blasón que los Reyes Católicos concedieron a Zafra por intervenir en
las capitulaciones de Granada.
La
Iglesia de San Pedro y San Pablo ocupa un ángulo que conforma el río Darro y
está a los pies del Tajo de San Pedro. Se terminó de construir en 1567 sobre
una antigua iglesia demolida que a su vez se situó sobre los restos de lo que
parece ser la Mezquita de los Baños.
En
1590 se produce la famosa explosión del polvorín del Darro causando graves
daños en el entorno. Las llamas llegaron a alcanzar la Alhambra, principalmente
afectando a los Palacios de Comares y Leones. Aclarar que el impresionante Tajo
de San Pedro no está provocado por esta explosión, que es algo que
habitualmente se comenta. No. Las últimas investigaciones señalan que podría
ser una mina de Oro de época anterior a la ocupación islámica. Pero existir,
existía antes de la explosión, aunque esta provocara que se agrandara su
tamaño. Esta explosión daña el entorno entero y se disponen por tanto a
realizar una obra urbana que dejara la carrera como hoy conocemos.
Y
llegamos al Paseo de los Tristes, cuyo verdadero nombre es del Padre Manjón. El
nombre de los Tristes sobrevino al poner el cementerio en su ubicación actual.
Las procesiones funerarias venían por este camino y cogían la Cuesta de los
Chinos hacia el Cementerio, y de ahí el nombre de “de los tristes”. Se realizó
en 1609 sobre terrenos cedidos por los señores de Castril, y era un espacio en
el que se celebraban fiestas de toros y cañas. Justo a su inicio, cuando se
abre este gran espacio urbano, encontramos a la derecha, la Casa de las
Chirimías, junto al puente que toma el mismo nombre y frente al llamado Hotel
Reuma. Esta casa se construyó en 1609 también por el Ayuntamiento en ese mismo
año, para acomodar a las personalidades que contemplaban los espectáculos del
Paseo de los Tristes. La planta baja era para alguaciles y ministriles, la
media para el Corregidor, Alcaldes y Caballeros Veinticuatro, y la planta alta
para los músicos que animaban la fiesta. Tuvo este uso hasta el siglo XVIII que
fue alquilado y luego vendido.
Y
llegamos a ese amplio espacio urbano, donde la Alhambra destaca imponente sobre
el bosque y se termina de apreciar la belleza del recorrido y del entorno.
Justo este espacio es la bisagra entre la Granada urbana y la Granada
ruralizada, que sigue más allá por el Darro, entre el agua y los huertos, un
trozo de naturaleza rural casi en el corazón de Granada.
(En la fotografía la fotografía ganadora Cartel de la Semana Santa del año pasado que reproducía e paso de la Concha por la Carrera del Darro)
(En la fotografía la fotografía ganadora Cartel de la Semana Santa del año pasado que reproducía e paso de la Concha por la Carrera del Darro)