sábado, 4 de abril de 2020

UN AÑO DE LLUVIA #LACARTELA

¿Saben esa sensación agridulce que se tiene cuando después de un año de preparativos para la salida de su hermandad hacen estación de penitencia desde tu templo?

Seguro que la han sentido, es una mezcla de sentimientos desde la tristeza hasta el recogimiento pasando por el auto-consuelo que procuramos en ese momento. 
¿Saben esa sensación de empatía cuando cualquiera de las hermandades de nuestra ciudad tiene que suspender su salida procesional?
Volvería a jugármela con que también la han sentido, ese instante en el que se anuncia la cancelación de la salida procesional, se dan los horarios de visita a capillas, todos hemos pensado “ojalá el año que viene puedan salir”, “sé cómo se sienten”, “no se puede arriesgar patrimonio artístico y menos patrimonio humano”.  
Pues bien, ahora que les he puesto en situación, que les he intentado evocar esos sentimientos, tráiganlos a su mente y preparen su cabeza y corazón para esta Semana Santa. 
¿Cuál va a ser su titular de este año cuando evoquen estos días? El mío, lo tengo muy claro. La Semana Santa 2020 para mí será: “Un año de lluvia”. 
Vamos a vivir una situación excepcional, hemos tenido semanas para prepararnos y cada uno de ustedes habrá tomado una decisión sobre como superará estos días. La mía, como ya les he comentado va a ser tomármelo como un año de lluvia. En este caso, una lluvia metafórica pues en los momentos en que tecleo esto el sol baña mi salón y las previsiones solo hablan de buen tiempo. 
Metafóricamente, habrá lluvia en mi corazón cada uno de los días que van del Domingo de Ramos al Domingo de Resurrección  a las 16.00 de la tarde, pues no debería estar en mi sofá viendo la última de Netflix, debería estar preparando equipos, haciendo pruebas y repartiendo hermandades con mi equipo de Cruz de Guía. 
Pero este año no ha podido ser, el tiempo nos ha tratado mal como esos Domingo de Ramos en los que te despiertas con sol radiante previo a una lluvia torrencial, pero esta vez nos ha empapado a todos. 
Lo único que nos queda es recordar que, aunque este año no, el año que viene sí. Aunque este año no se llenen las calles de Granada de incienso, se llenan nuestras casas, nuestros templos particulares que nos resguardan y protegen de la tormenta exterior. Y por supuesto, nos queda recordar que la vida cofrade, el sentimiento cristiano y la vida de hermandad, no son cosas de una semana. 
No lloverá eternamente.