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viernes, 7 de marzo de 2014

TRADICIONES EN TIEMPO DE PENITENCIA (III): PRIMER VIERNES DE MARZO.


Granada, tiene hoy su corazón depositado en la Iglesia de Santa María Magdalena, allí, una de sus devociones de cabecera, La espera, para recibir las oraciones, los besos y el fervor de un pueblo que lo venera como su Señor.
 
Pero… ¿De dónde procede esta devoción tan popular? ¿Cómo surge? ¿Cómo y Cuando  llega a Granada? A lo largo de estas líneas vamos a tratar desvelar,  someramente, cuales son los principales hitos que rodean a esta populosa devoción.
 
Durante gran parte del siglo XVII, las naves españolas se vieron obligadas a combatir en nuestras costas mediterráneas los continuos ataques de los piratas berberiscos. Con el objetivo de tomar ventaja sobre el ejército infiel, la armada española se ve obligada a tomar algunas plazas fuertes del norte de África como por ejemplo Mámora. En dicho lugar, se mando construir una fortaleza, en cuya capilla se deposito la imagen de un Nazareno, salida de la escuela sevillana. En Abril de 1680, el Sultán Musley Ismael toma la plaza junto a todos los cristianos que la habitaban, pasando a formar parte del botín de guerra el Divino Simulacro. La Orden de la Santísima Trinidad, ante tan desafortunado suceso, comienza a negociar con Musley el rescate de los cautivos cristianos, hechos esclavos, poniendo en praxis su carisma.     
En pleno proceso de negociación, Fray Pedro de los Ángeles, presencia la trágica escena en la que los sarracenos arrastran la sagrada imagen de Jesús Nazareno, por las calles y plazas de la ciudad. Horrorizado ante tan cruenta imagen, el fraile trinitario comienza a reunir los fondos necesarios para rescatar del cautiverio a la Sagrada Imagen, contribuyendo en esta empresa, con sustanciosas sumas de dinero, algunas de las familias nobiliarias más importantes del momento. Una vez libera la imagen cautiva, se le coloco sobre el pecho un escapulario blanco con una cruz azul y roja, distintivo que se imponía a todos los recatados por la orden religiosa.
Sobre el pago por el rescate de la imagen, han sido muchas las leyendas que se han extendido, destacando aquella que cuenta que el Sultán pidió el peso de la imagen en oro. Cuando llego el momento de pesar al Divino Simulacro, advirtieron que su peso se correspondía con el de treinta monedas de oro, lo que coincidía en número con la cantidad de monedas que percibió Judas por traicionar a Nuestro Señor Jesucristo. La imagen fue llevada a Madrid donde pronto gozó del fervor del pueblo madrileño, y prueba de ello, es que los Duques de Medinaceli mandan erigir un templo que consagrarían a la imagen del “Cautivo”. Es por ello que la imagen se conoce popularmente como Jesús de Medinaceli. Pero la devoción no quedo reducida al ámbito madrileño, sino que pronto se convertiría en una de las devociones trinitarias por antonomasia, estando presente en todo aquellos lugares donde la orden estaba asentada. De este modo, nace para la historia de la iconografía, una nueva representación de Cristo, que según los expertos en un primer momento poseía una cruz que cargaba al hombro y que debió perder durante su martirio en tierras argelinas.
 
Fue en el año 1718 aproximadamente cuando en el taller de Diego de Mora emerge la imagen  que jamas fue cautivada, sino que en este caso,  fue la encargada de cautivar y hacer presos de su amor, a los corazones de generaciones y generaciones de granadinos.  En ese mismo año posesiono desde el Cenobio de Trinitarios Calzados, sito en la  actual Plaza de la Trinidad, hasta el de los Descalzos de Nuestra Señora de Gracia, donde seria entronizado, en capilla propia con puerta independiente al templo, hoy sacristia de la Iglesia de Nuestra Señora de Gracia. Según las crónicas de la época, ya desde ese momento se podía palpar el impacto que creó el Divino Cautivo entre la población granadina. Una imagen que en un primer momento seria venerado por la Cofradía  Trinitaria de Redención de Cautivos de Granada y a partir de 1925 por  su actual Cofradía.
 
Tres siglos de historia, en los que  ha recibido el fervor de Granada a través de besapies, quinarios, septenarios, novenas, procesiones etc…hasta llegar a convertirse una Imagen que arrastra la devoción de miles de granadinos que lo veneran como Señor de la Ciudad. Hoy como nuestros antepasados hicieron y haran nuestros hijos, tenemos una cita con el Dios que sustenta los cimiento de Granada......