Por los cultos de la cofradías, se entienden las misas que de acuerdo con sus Estatutos y Reglamentos, desarrollan a lo largo del año. En tanto la Eucaristía es según el Catecismo "fuente y cima de toda vida cristiana", estas citas suponen uno de los acontecimientos fundamentales para el cofrade. Por lo general, una vez al mes, los hermanos están llamados a participar en una misa convocada por la cofradía. Son los llamados cultos mensuales. Ello se hace sin perjuicio, es obvio, de que además como católicos debamos de acudir a misa al menos en todos domingos y fiestas de precepto. Algunas cofradías, por diversas circunstancias, como por ejemplo ser los únicos encargados del culto en un templo determinado, convocan a sus miembros a la Eucaristía, cada vez que esta tiene carácter obligatorio de acuerdo con las normas eclesiásticas. Además de estos cultos mensuales, las hermandades suelen también citar a sus miembros en fechas señaladas para este mismo fin, por lo general de acuerdo con la festividad de alguno de sus titulares o con una fecha señalada del calendario litúrgico, como sucede con las llamadas misas de difuntos. Además, coincidiendo con la cuaresma se celebran triduos y quinarios, en los que durante varios días consecutivos tienen lugar misas en honor de algunas de las advocaciones a las que le rinden culto.
Podemos comprobar de manera gratificante, que cada vez más estos cultos, vistos desde un punto de vista global, cuentan con una mayor asistencia de cofrades. Es símbolo inequívoco de que las cosas se están haciendo bien en nuestras hermandades. Ahora en Cuaresma, que tenemos la oportunidad de asistir a los mencionados triduos y quinarios, podemos observar el mimo con el que se preparan. Y no nos referimos exclusivamente a los extraordinarios altares de culto, arquitecturas de lo efímero, muestra de un extraordinario trabajo ejecutado por los que suelen llamarse priostes. Comprobamos que cada vez de manera más habitual, se preparan textos que se entregan a los asistentes, para que un mayor aprovechamiento de las funciones religiosas. Es otra muestra del celo con el que se preparan estos cultos. Se extiende además la costumbre de que cada día un grupo de la hermandad, camareras, costaleros, jóvenes, hermanos mayores honorarios, etc., tienen un protagonismos especial que se suele traducir en una participación extraordinaria en la preparación del culto y en su desarrollo. Incluso, en ocasiones, cada vez más, se reparten cuidados cuadernillos. En ellos se ponen de manifiesto textos de una preparación minuciosa, atendiendo no solo al sentir general de cualquier católico, sino también a las singularidades específicas de cada corporación.
Debe ser motivo de sano orgullo y acicate para la superación comprobar y reconocer esta realidad que acabo de describir, máxime si como dije, los cultos se sustentan, al margen de los ejercicios piadosos habituales, en la Eucaristía, que es asunto de tal importancia que según nos enseña de nuevo el Catecismo, "los demás sacramentos, ..., a ella se ordenan". Y a este respecto me permito recordar otro documento de forma textual, me refiero al canon 920 del Código de Derecho Canónico:"Todo fiel, después de la primera comunión, esta obligado a comulgar por lo menos una vez al año".