lunes, 15 de octubre de 2012

LA SEÑORA DEL ROSARIO NAVEGA SOBRE BLANCOS COSTALES


LA SEÑORA DEL ROSARIO NAVEGA SOBRE BLANCOS COSTALES

OCTUBRE

Al final llegó. Después de algunos años planteándose la posibilidad en el seno de la Archicofradía, de muchos debates en dicha corporación sobre el tema, de muchas tertulias dentro y fuera del entorno del cuerpo de horquilleros, por fin ha acontecido que la Señora del Rosario se ha paseado por las calles de Granada sobre la cerviz de los miembros de su anteriormente mencionado cuerpo de horquilleros.

Se aprobaba la posibilidad del costal con la seguridad de que sería un nuevo camino lleno de grandes momentos, pero con la incertidumbre de si se habría escogido una opción acertada para el fin que en definitiva se perseguía, que no era otro que el de revitalizar el herido cuerpo de horquilleros de la Archicofradía.

La respuesta no tardó en llegar. A la primera reunión para empezar a afrontar el nuevo frente abierto, acudían casi un total de sesenta hombres dispuestos a aportar su granito de arena en esta tarea. Lo que fue sólo el principio de la gran respuesta que el mundo cofrade y costalero dio a este cambio, pues en la siguiente reunión, en la que iba a llevarse a cabo la igualá general, pudo verse la alta aceptación que había tenido la nueva forma de portar el paso de Nuestra Señora, ya que a la misma acudió  la escalofriante cifra de ochenta y ocho costaleros para un recorrido que raramente iba a ocupar un espacio de tiempo superior a tres horas.

Tristemente para el cuerpo de capataces hubo que negar la presencia en este momento histórico a casi una cuadrilla entera, pero se tenía conciencia de que con dos cuadrillas de treinta costaleros había capacidad más que de sobra para cumplir el cometido de pasear a la Copatrona de Granada por el centro de la ciudad y por las calles de su barrio.

A partir de este momento comenzaba la andadura del cuerpo de horquilleros en la etapa que quedaba abierta con el cambio al mundo del costal. Andadura que prosiguió con el primer ensayo en esa misma noche, donde se empezó a comprobar que todos y cada uno de los costaleros que habían sido elegidos tenían muy asumida la responsabilidad que adquirían con su pertenencia a la Archicofradía y a su cuerpo de horquilleros.

Como todo en el campo de los ensayos, el primero fue un ensayo de toma de contacto con la forma de trabajar que se quería adoptar y con la filosofía que se le iba a imprimir a la cuadrilla en la calle.

Todos salimos satisfechos de la respuesta obtenida, pero también sabíamos que había que mejorar algunos aspectos, y que tan sólo disponíamos de un ensayo más para plasmar esa mejora deseada. Pero éramos conocedores de que lo obtendríamos, debido a la calidad costalera de la gente con la que se había estructurado la cuadrilla. Como así fue en el siguiente y último ensayo, donde se consiguió imprimir a la forma de levantar y de andar el carácter que se deseaba.

Posteriormente llegó el momento del retranqueo y de la prueba de la salida por la puerta del templo que planteaba, aparte del hecho de que la cuadrilla como tal era nueva, la presencia de un nuevo paso con unas nuevas medidas y con los inconvenientes que podía plantear de altura para resolver el dintel del cancel interior y del arco rebajado de la fachada de Santo Domingo.

La prueba quedaba superada, no sin ciertas dificultades debido a lo que supone una novedad general, pero satisfactoriamente. Ya sólo quedaba esperar el momento de presentar a la Madre al pueblo granadino en la tarde noche del día de la Fiesta Nacional.
 
Y la Virgen salió al encuentro de su barrio y de su ciudad con la elegancia y la presencia de tiempos, aunque cercanos, ya pasados, fruto de la perfección que da el trabajo bien hecho, y se paseó por primera vez sobre la cerviz de sus hijos horquilleros, conocedores de la responsabilidad que tenían de escribir con su trabajo esta nueva hoja de la historia de la Archicofradía que se empezaba a redactar. Trabajo que en todo momento fue preciso, fino, discreto y entregado como requería el momento y el carácter de la corporación, y de total respeto en la forma de portar el paso y de comportarse durante la estación gloriosa.

Me despido diciendo que en este escueto artículo no he venido a reflejar sino lo que ha sido el nacimiento del nuevo concepto de cuerpo de horquilleros de Nuestra Señora del Rosario, del que me siento orgulloso de formar parte, pues opino que ha incorporado su pequeño aporte a un nuevo capítulo de la historia de la Archicofradía, y por qué no decirlo, de la ciudad, y que este cambio, en mi modesta opinión, ha sido un acierto que pudimos comprobar el pasado viernes con el seguimiento que tuvo la hermandad por las calles de Granada, lo cual quedó de manifiesto por el arrope que tuvo la Señora por sus fieles en todo momento y por los comentarios de aceptación puestos en la calle en la misma estación de Gloria y posteriormente en los círculos cofrades granadinos.