La participación en
una estación de penitencia, es una oportunidad extraordinaria para hacer manifestación
pública de nuestra Fe. Se puede realizar desde muchos puestos distintos. Así
los penitentes o nazarenos, que visten el hábito con su característico antifaz,
constituyen el grupo más numeroso. También hacen estación de penitencia los
costaleros, capataces y contraguías, y, en numerosas procesiones, aparecen las
mujeres vestidas de mantilla. Igualmente hacen estación de penitencia los acólitos,
monaguillos, personajes historicista, músicos … A todos ellos se les indican
una serie de normas de comportamiento, que tienen como objetivo el mayor decoro
posible de la procesión, con el objetivo de que la representación estética
contribuya a la mejor transmisión del mensaje evangélico que transmiten nuestra
procesiones.
Pero además, la estación
de penitencia, es momento propicio para la oración individual de sus
participantes. Algunos se ayudan del Santo Rosario o de cualquier otro tipo de
rezo. Es recomendable insistir en esta circunstancia: la oración durante la
procesión. Esta recomendación también podemos trasladarla a los que asisten
como espectadores al paso de las procesiones. Orar desde el interior del
cortejo y orar al paso de la procesión.