En 1790 se
derribó la Puerta Real, una de las principales de la muralla medieval, y que se
situaba al final de la calle Mesones, dando al río Darro. Lo cierto es que no
era la puerta original ya que ésta fue demolida en 1515 al estar muy dañada
aunque se volvió a reconstruir en el año 1610. El nombre anterior de esta
puerta era, del Rastro, ya que toda esa zona frente a ella, era conocida de esa
forma. Se le cambia el nombre a Puerta Real en honor a la entrada a la ciudad
por aquí del rey Felipe V en 1624. Tenemos que pensar que durante mucho tiempo
las puertas de las ciudades no fueron solamente un lugar donde situar símbolos
de cristiandad, sino que además servían de advertencia a los forasteros ya que
se colocaba a los ajusticiados como señal de advertencia. Sabemos que en la
Puerta Real, al ser derribada como hemos dicho en 1790, se retiraron con sus
escombros jaulas donde en su momento se colocaban las cabezas de los
ajusticiados.
Tras el
derribo de esta puerta, se plantea hacer una especie de plaza sobre el río en
la zona donde terminaba la calle Mesones. Allí se situaba el Puente de la Paja,
que estaría entonces donde hoy el paso de peatones con semáforo al inicio de la
calle Reyes Católicos, enfrente de Correos. El ensanche se construye porque en
esta época era una de las zonas más concurridas y el puente estaba siempre
atosigado entre el tráfico de personas y carros. Es por ello que se concibió un
paso más amplio por encima del río. En realidad este ensanchamiento emulaba al
que se había hecho en el siglo XVI en Plaza Nueva. La primera Plaza Nueva se
formó construyendo una bóveda entre dos puentes de forma que se generó la
explanada frente a la Chancillería, buscando que realzara su majestuosidad.
Esta es la idea que se lleva a cabo en Puerta Real en 1791, generando un amplio
espacio urbano sobre el río.
Esta
obra de ensanche del paso sobre el Darro motiva y anuncia uno de los proyectos
urbanos más importantes del siglo XIX: el propósito de embovedar el río Darro a
su paso por casi toda la ciudad. Este río lo vemos acompañándonos por el Paseo
de los Tristes (hoy con mucha menos agua que antaño debido a las presas
construidas), y pasa por debajo de Plaza Nueva, Reyes Católicos, Acera del
Casino y Acera del Darro hasta desembocar en el Genil, es decir, tenemos hemos
escondido el río.
Es
importante comprender que es de una gran importancia histórica ya que urbanizó
la ciudad en un intento de modernización y con el lema de la salubridad de
Granada frente a una ciudad que seguía teniendo un trazado islámico de calles
estrechas e intrincadas. Era el inicio de un cambio urbano que terminó
produciendo la desaparición de esa Granada romántica que tanto atraía a los
viajeros. Una ciudad partida en dos por un río salpicado por puentes de piedra
y madera. Sólo se conserva esa imagen en la Carrera del Darro.
Los
Reyes Católicos ordenaron hacer el ensanche del puente del Baño de la Corona,
que era el que cruzaría desde Calle Elvira al otro lado. Esta se hizo en bóveda
de ladrillo. Y se siguió ensanchando hasta hacer la plaza que hay frente a la
Chancillería. Esto generaba una plaza única en medio de una abigarrada medina
islámica. El siguiente tramo en embovedar fue el que ya comentamos del Puente
de la Paja en el inicio de la calle Mesones cruzando lo que hoy es Reyes
Católicos, y que se realizó a finales del XVIII.
Al inicio del siglo XIX se comienzan a
plantear la necesidad de un proyecto integral que oculte el río. La iniciativa
la tiene el conde de Montijo. Esto debido a los tumultuosos sucesos de España
en los principios del siglo XIX se ralentizará, aunque se decidirá hacerlo tras
el desastre de las lluvias del 28 de junio de 1835 que al arrastrar por el
Darro leños y maderas, taponó el puente de Santa Ana, haciéndolo dique, y esto
hizo que subieran las aguas y se produjera un desastre que dañó tanto la zona,
destruyendo el Pilar de Santa Ana y destrozando los cimientos de muchas casas.
Así que en 1836 se hace el primer proyecto de cubrir el río entre los puentes
de la Paja y el de Curtidores, esto es: desde lo que hoy es la Plaza del Carmen
a la altura de la calle Príncipe, hasta el puente que había al inicio de
Mesones. Pero habrá que esperar hasta 1854 para que se reactive.
La opción del embovedado no fue la única que
se manejó. Se planteó desviar el río antes de que llegara a la ciudad, al fondo
del valle del Darro, casi en Jesús del valle, y llegara al Genil por allí. Pero
se desetimó y el siguiente tramo en hacerse fue entre la Plaza del Carmen y el
puente del Carbón, donde está el Corral del carbón y que se acabó en 1858.
Hasta 1867 no se pone en marcha realizar otro
tramo y esta vez será entre este último del Carbón y hasta el Puente de San
Francisco, que estaba en un lateral de lo que hoy es la Plaza Isabel la
Católica y se termina diez años después en 1877. Se termina de ensanchar Plaza
Nueva hasta lo que hoy conocemos hasta Santa Ana, en 1878 y pocos años después,
desde Plaza Nueva hasta ese puente de San Francisco. Es decir, ya teníamos
embovedado el río desde Santa Ana hasta Puerta Real. Y para 1884 se añade el
tramo desde Puerta Real hasta el Puente del Castañeda, donde hoy está la Fuente
de las Batallas, el edificio del Zaida (de ahí el nombre de la calle lateral de
Puente de Castañeda).
En el mes de octubre del año 1933, el Ayuntamiento estudiaba el proyecto
más adecuado para finalizar la obra del Embovedado en el último tramo que
quedaba al descubierto, el comprendido entre el Puente de Castañeda y el río
Genil. Finalmente entre julio del 36 y el 38, el tramo de la Acera del Darro
hasta el Humilladero, que se inauguró una vez terminada la guerra.