Una semana más vamos
descontando días para que llegue el intenso tiempo de Cuaresma, tan intenso
para toda la cristiandad, pero sobre todo para los que amamos el mundo de las
hermandades y cofradías.
El pasado Domingo el
Evangelio nos recordaba el llamamiento de Jesús a los apóstoles a ser ‘pescadores de hombres’, y de esos mismos
tenemos hoy en día y muy cerca de las cofradías. Hoy conocemos #DeCerca al
sacerdote Luis Miguel Sánchez Muñoz.
-Con esta
sección acostumbro a entrevistar a amigos, o hacerlos a través de estas líneas.
Hoy está conmigo un amigo de los de la infancia, con el que he recorrido
cantidad de historias y anécdotas. Luis eres un joven sacerdote, pero desde muy
pequeño estabas ligado a la fe y a las cofradías. ¿Cómo recuerdas tu infancia y
primeros años?
En primer
lugar, te agradezco poder estar aquí en este encuentro entre amigos para hablar
de algo tan querido para nosotros como son la fe y la pasión cofrade. Mi
infancia, como ya conoces, es muy tranquila, no recuerdo nada espectacular con
lo que sorprender al lector. Crecí en un ambiente sereno, disfrutando siempre
entre buenos amigos tanto en mi etapa en el colegio como ya después en el
instituto. Además, tuve la suerte de poder compartir con muchos de ellos esta
manera tan bonita de vivir la Cuaresma, la Semana Santa y, en definitiva, la
fe.
-Granadino,
de familia tradicional y católica, con parte de tus raíces en Colomera,
habiendo vivido la fe intensamente en el ámbito diocesano pero la gente se
preguntará, ¿qué llegó antes, la vocación sacerdotal o la pasión por las
cofradías?
Por
supuesto, llegó mucho antes la pasión por las cofradías. Casi desde que tengo
uso de razón mi lugar en Semana Santa era la calle donde veía una detrás de
otra cada una de las corporaciones nazarenas. Raro es el año en que no conseguía
disfrutar de todas. La vocación al sacerdocio aún se haría esperar, que iba a
saber yo… que terminaría donde estoy, incapaz de imaginarlo.
-Has pasado
por la nómina de hermanos de más de una cofradía, pero la tuya por excelencia
es la de Santa María de la Alhambra. ¿Cómo recalaste en la corporación del
Sábado Santo?
Mis padres
aunque disfrutan de la Semana Santa, no eran unos apasionados cofrades, de
hecho estaban sorprendidos que desde muy pequeños mi hermano y yo disfrutásemos
tanto de aquello. Cuando ya crecimos algo, tendría unos nueve años más o menos,
mi hermano y yo le expresamos a mis padres la inquietud de no solo ver, sino
participar desde dentro en un cortejo.
En aquel
tiempo unos familiares pertenecían a Santa María de la Alhambra, lo que sigue
es fácil de imaginar, al año siguiente no vivimos el Sábado Santo desde la acera.
-¿Qué
hermandades han contado contigo también entre sus hermanos?
Son tres las
hermandades: Santa María de la Alhambra, la Cañilla y los Ferroviarios.
-Santa María
de la Alhambra contando contigo siempre en su cuerpo de acólitos, al igual que
el tiempo en el que estuviste ligado a la Cofradía de la Cañilla y por último
como costalero en los Ferroviarios. ¿Qué resaltarías de cada etapa?
Santa María
de la Alhambra es como el primer amor y eso hace que tenga un sabor especial.
En la Cañilla recuerdo los amigos, cuando comencé en ella, o podría decir
comenzamos, ¿verdad Manolo? Éramos una piña. Es una etapa muy querida para mí.
Y los Ferroviarios, como bien dices, ha sido la única hermandad en la que he
participado como costalero. Portar al Señor en los hombros es otra cosa… es una
experiencia que recomiendo. Aquel que haya sido o sea costalero sé que me
entenderá perfectamente.
-Actualmente
no participas en ninguna salida procesional en Granada capital, ya que las
haces en tu actual destino, pero, ¿volverías alguna vez a vestir el capillo y
la túnica nazarena o coger la faja y el costal?
No lo he
descartado jamás. ¿Cuándo llegará eso? Sé que la providencia me lo pondrá en el
camino. Por ahora ya sabes que la Semana Santa requiere mucha preparación, son
muchas las celebraciones y muy importantes, eso requiere un esfuerzo físico y
espiritual importante.
-La última
etapa, la de costalero en el Cristo de la Buena Muerte, fue la más cercana a la
de tu entrada en el seminario y camino final al sacerdocio. ¿Tus momentos de fe
y entrega bajo los pasos aportaron algo a tus inquietudes sobre la vocación
sacerdotal?
Creo que más
bien al contrario, mis inquietudes sobre la vocación sacerdotal hicieron que
viviera aquel momento como costalero de la Buena Muerte con mucha más
profundidad y belleza, saboreando cada paso en el camino, cada dolor en los
hombros y cada esfuerzo que se hizo para completar la estación de penitencia.
-Durante tus
años de estudios en el Seminario Diocesano de Granada, ¿cómo viviste el mundo
de las hermandades y cofradías?
En el
Seminario sí que tuve algo más de tiempo que ahora. Desde el Domingo de Ramos
hasta el Miércoles Santo era raro el día que no me encontrase a pie de calle.
El Jueves Santo, después de la Misa Crismal, salíamos destinados a los pueblos
en los que ayudábamos a los sacerdotes en esos días tan intensos hasta el
Domingo de Resurrección, por lo que era algo más difícil.
-Las
relaciones entre las hermandades y los sacerdotes, ya sean párrocos o
consiliarios, no han sido o no son siempre del todo buenas. Eso hace que en
corrillos cofrades se generalice y, en ocasiones, se ponga a los sacerdotes en
frente del movimiento cofrade. Tú, como sacerdote y cofrade, ¿qué opinas de
esto?
Juan Pablo
II definió la Iglesia como casa y escuela de la Comunión. Una Iglesia divida es
una Iglesia que pierde todo su encanto y comienza a morir. Ya sabéis aquello de
cuando ‘dos o más este reunidos en mi nombre allí estoy yo en medio de ellos’.
Si no hay comunión la presencia de Jesús se diluye y si Él no está todo lo
demás pierde su sentido. Ese es el horizonte de trabajo. Yo no tengo una varita
mágica, pero cada una de las partes cofrades y sacerdotes tenemos que hacer
nuestro trabajo por vivir en comunión.
Las
cofradías deben respetar y defender a sus sacerdotes que son cabeza de la
Iglesia e imagen visible Cristo, Buen Pastor, en medio de la comunidad; y
quererlos también con sus imperfecciones. Los sacerdotes somos hombres, no
ángeles. No hay sacerdote perfecto como tampoco cofradía perfecta. La
perfección la dejamos para Dios.
A su vez los
sacerdotes debemos cuidar, alentar, proteger a nuestras cofradías pues gracias
a ellas la fe se sigue contagiando a muchos y viviendo en innumerables ámbitos
públicos que sin ellas resultaría imposible.
La Semana
Santa es la catequesis plástica por excelencia, el momento de protestación de
fe más evidente en las calles y en la sociedad. Sin lugar a dudas tiene que
estar lleno y fundamentado de fe y en entera relación con la Iglesia, pero en
esta sociedad actual en la que sobran los ataques frente a los cristianos, ¿no
es una de las mejores formas de hacer ver la presencia de la fe? Y no hablamos
solo de cortejos procesionales, sino de actos caritativos, conferencias
formativas…la vida de hermandad.
Totalmente
de acuerdo contigo Manolo. Escuché con gran razón en una entrevista que en el
Sur tenemos mucha suerte de gozar de hermandades y cofradías gracias a ellas,
la fe o los símbolos religiosos son conocidos y vividos aún como algo
connatural a todos.
-La gran
mayoría de nuestras hermandades presentan unos grupos jóvenes consolidados y
activos, ¿crees que de ellos puede salir alguna vocación sacerdotal o
consagrada?
No solo
puede sino que debería. Las vocaciones son un termómetro del estado vital de
nuestras comunidades y grupos. Pero no solo religiosos o sacerdotes, también
deben salir verdaderas familias católicas que sean semilleros de nuevas
vocaciones y constructoras de una nueva sociedad, levadura en mitad de la
masa.
-Aterrizando
un poco en la actualidad cofrade, ¿cómo ves el estado de nuestras hermandades y
cofradías?
Creo que se
está trabajando mucho y bien. La seriedad de nuestros cortejos, su número, su
patrimonio siguen evolucionando en muy buen sentido. También se está haciendo un
gran hincapié en el ámbito formativo y caritativo. El horizonte, ya lo dice el
Concilio Vaticano II, la fuente y el culmen de la vida cristiana es la
Eucaristía. Toda piedad o actividad eclesial que no termine celebrando la
presencia del Señor en medio de nosotros es aún imperfecta. El cien por cien es
imposible,… pero debemos conseguir que la gran mayoría de los hermanos
participen de la vida sacramental porque es ahí donde está sin paragón la presencia
real de Cristo y el modo ordinario por el que el Señor se adentra y participa
en la vida de cada hombre.
Una parroquia,
asociación de fieles, de la índole que sea, o hermandad, que no tenga como
pretensión última de cada una de sus actividades renacer, vivir y terminar
celebrando la Eucaristía, no tiene sentido.
-¿Y en el
ámbito formativo?
Creo que hay
mucha riqueza y cantidad de propuestas en cada una de las hermandades (charlas
cuaresmales, formación permanente, formación de jóvenes, cursos de confirmación…).
Al final sufren la misma dolencia que las parroquias y resto de asociaciones
católicas la escasa participación si nos fijamos en el total de hermanos,
feligreses o miembros de cualquier asociación. No hay recetas prefabricadas
pero no cansarse de informar, anunciar y proponer a los hermanos para que no
dejen de participar en estos espacios es el camino.
-La Cuaresma
comenzará este año el 14 de febrero, y todos los cofrades ya se encuentran
descontando días para la fecha… ¿qué mensaje lanzas a los cofrades para que
vivan intensamente este tiempo tan importante?
Que vivamos
estas fechas desde dentro. Desde lo más íntimo.
-Aunque aún
queden más de sesenta días, ¿cuál es tu deseo para la Semana Santa del 2018?
En primer
lugar, que disfrutemos de este modo de vivir la fe, tan sencillo y tan genuino
que expresa nuestro carácter y nuestra manera de ser. Y en segundo lugar, un
clásico deseo, que no llueva.
-¿Qué le
dirías a cualquier persona que acude a ver los cortejos procesionales y se
están pensando el formar parte de alguna cofradía?
Que no se lo
piense y pruebe.
-Y por último,
antes de hacerte una serie de preguntas para conocerte más #DeCerca, ¿cómo le
describirías a alguien que desconoce nuestro mundo cofrade la pasión que
sientes por la Semana Santa de Granada?
Es difícil
de explicar, pero al empezar cada Cuaresma el gusto por disfrutar de la
imaginería granadina, de la catequesis pública que es cada cortejo va en
aumento. Y cuando llega la tarde del Domingo de Ramos, ¿quién no está en la calle?
Y para
conocerte un poco más de cerca:
- Un recuerdo de tu infancia como cofrade:
La
primera vez que procesioné y el dolor de pies de la mañana siguiente.
-
Una imagen de Cristo de nuestra Semana Santa:
El
Cristo de la Misericordia.
-
Una imagen mariana de nuestra Semana Santa:
Santa
María de la Alhambra.
- Una marcha
cofrade:
Caridad del
Guadalquivir.
-
Tu mejor recuerdo como cofrade:
Vivir
la estación de penitencia como costalero.
-
Un momento especial de la Semana Santa (que no sea una de las hermandades donde
procesionas):
El
encierro del Huerto de los Olivos.
-
Tu rincón para ver cofradías:
Acera
del Darro.
-
Tu momento más feliz como cofrade:
A
mi hermano Salvador, cuando le tocó organizar el cortejo alhambreño por primera
vez. Me sentí orgulloso.
-
Y el que te hubiera gustado no vivir:
Cuando
tenía 10 años, llovió en Sábado Santo, era la primera vez que vivía como una
estación de penitencia era suspendida.
-
¿Con que adjetivos definirías nuestra Semana Santa?
De
urdimbre y trama. Solo se conoce cuando se vive, en cada rincón, en cada calle.
Granada es una ciudad que regala, como ninguna otra, innumerables espacios para
descubrir nuestra Semana Santa.
-
Cuéntanos alguna anécdota cofrade que hayas vivido:
En
mi primer año como acólito en Santa María de la Alhambra me presenté con la
hora justa y calcetines negros (en lugar de blancos), deprisa y corriendo
tuvimos que echar mano de un vecino que vivía cerca (en aquel tiempo salíamos
desde el Sagrario) para que me prestase unos. ¡Qué apuro! (risas).
Muchas
gracias Luis por tu cercanía en esta entrevista, de parte de todo el equipo.