miércoles, 24 de enero de 2018

LUIS MIGUEL SÁNCHEZ #DeCerca


Una semana más vamos descontando días para que llegue el intenso tiempo de Cuaresma, tan intenso para toda la cristiandad, pero sobre todo para los que amamos el mundo de las hermandades y cofradías.

El pasado Domingo el Evangelio nos recordaba el llamamiento de Jesús a los apóstoles a ser ‘pescadores de hombres’, y de esos mismos tenemos hoy en día y muy cerca de las cofradías. Hoy conocemos #DeCerca al sacerdote Luis Miguel Sánchez Muñoz.

-Con esta sección acostumbro a entrevistar a amigos, o hacerlos a través de estas líneas. Hoy está conmigo un amigo de los de la infancia, con el que he recorrido cantidad de historias y anécdotas. Luis eres un joven sacerdote, pero desde muy pequeño estabas ligado a la fe y a las cofradías. ¿Cómo recuerdas tu infancia y primeros años?
En primer lugar, te agradezco poder estar aquí en este encuentro entre amigos para hablar de algo tan querido para nosotros como son la fe y la pasión cofrade. Mi infancia, como ya conoces, es muy tranquila, no recuerdo nada espectacular con lo que sorprender al lector. Crecí en un ambiente sereno, disfrutando siempre entre buenos amigos tanto en mi etapa en el colegio como ya después en el instituto. Además, tuve la suerte de poder compartir con muchos de ellos esta manera tan bonita de vivir la Cuaresma, la Semana Santa y, en definitiva, la fe.

-Granadino, de familia tradicional y católica, con parte de tus raíces en Colomera, habiendo vivido la fe intensamente en el ámbito diocesano pero la gente se preguntará, ¿qué llegó antes, la vocación sacerdotal o la pasión por las cofradías?
Por supuesto, llegó mucho antes la pasión por las cofradías. Casi desde que tengo uso de razón mi lugar en Semana Santa era la calle donde veía una detrás de otra cada una de las corporaciones nazarenas. Raro es el año en que no conseguía disfrutar de todas. La vocación al sacerdocio aún se haría esperar, que iba a saber yo… que terminaría donde estoy, incapaz de imaginarlo.


-Has pasado por la nómina de hermanos de más de una cofradía, pero la tuya por excelencia es la de Santa María de la Alhambra. ¿Cómo recalaste en la corporación del Sábado Santo?
Mis padres aunque disfrutan de la Semana Santa, no eran unos apasionados cofrades, de hecho estaban sorprendidos que desde muy pequeños mi hermano y yo disfrutásemos tanto de aquello. Cuando ya crecimos algo, tendría unos nueve años más o menos, mi hermano y yo le expresamos a mis padres la inquietud de no solo ver, sino participar desde dentro en un cortejo.
En aquel tiempo unos familiares pertenecían a Santa María de la Alhambra, lo que sigue es fácil de imaginar, al año siguiente no vivimos el Sábado Santo desde la acera.

-¿Qué hermandades han contado contigo también entre sus hermanos?
Son tres las hermandades: Santa María de la Alhambra, la Cañilla y los Ferroviarios.

-Santa María de la Alhambra contando contigo siempre en su cuerpo de acólitos, al igual que el tiempo en el que estuviste ligado a la Cofradía de la Cañilla y por último como costalero en los Ferroviarios. ¿Qué resaltarías de cada etapa?
Santa María de la Alhambra es como el primer amor y eso hace que tenga un sabor especial. En la Cañilla recuerdo los amigos, cuando comencé en ella, o podría decir comenzamos, ¿verdad Manolo? Éramos una piña. Es una etapa muy querida para mí. Y los Ferroviarios, como bien dices, ha sido la única hermandad en la que he participado como costalero. Portar al Señor en los hombros es otra cosa… es una experiencia que recomiendo. Aquel que haya sido o sea costalero sé que me entenderá perfectamente.

-Actualmente no participas en ninguna salida procesional en Granada capital, ya que las haces en tu actual destino, pero, ¿volverías alguna vez a vestir el capillo y la túnica nazarena o coger la faja y el costal?
No lo he descartado jamás. ¿Cuándo llegará eso? Sé que la providencia me lo pondrá en el camino. Por ahora ya sabes que la Semana Santa requiere mucha preparación, son muchas las celebraciones y muy importantes, eso requiere un esfuerzo físico y espiritual importante.

-La última etapa, la de costalero en el Cristo de la Buena Muerte, fue la más cercana a la de tu entrada en el seminario y camino final al sacerdocio. ¿Tus momentos de fe y entrega bajo los pasos aportaron algo a tus inquietudes sobre la vocación sacerdotal?
Creo que más bien al contrario, mis inquietudes sobre la vocación sacerdotal hicieron que viviera aquel momento como costalero de la Buena Muerte con mucha más profundidad y belleza, saboreando cada paso en el camino, cada dolor en los hombros y cada esfuerzo que se hizo para completar la estación de penitencia.

-Durante tus años de estudios en el Seminario Diocesano de Granada, ¿cómo viviste el mundo de las hermandades y cofradías?
En el Seminario sí que tuve algo más de tiempo que ahora. Desde el Domingo de Ramos hasta el Miércoles Santo era raro el día que no me encontrase a pie de calle. El Jueves Santo, después de la Misa Crismal, salíamos destinados a los pueblos en los que ayudábamos a los sacerdotes en esos días tan intensos hasta el Domingo de Resurrección, por lo que era algo más difícil.

-Las relaciones entre las hermandades y los sacerdotes, ya sean párrocos o consiliarios, no han sido o no son siempre del todo buenas. Eso hace que en corrillos cofrades se generalice y, en ocasiones, se ponga a los sacerdotes en frente del movimiento cofrade. Tú, como sacerdote y cofrade, ¿qué opinas de esto?
Juan Pablo II definió la Iglesia como casa y escuela de la Comunión. Una Iglesia divida es una Iglesia que pierde todo su encanto y comienza a morir. Ya sabéis aquello de cuando ‘dos o más este reunidos en mi nombre allí estoy yo en medio de ellos’. Si no hay comunión la presencia de Jesús se diluye y si Él no está todo lo demás pierde su sentido. Ese es el horizonte de trabajo. Yo no tengo una varita mágica, pero cada una de las partes cofrades y sacerdotes tenemos que hacer nuestro trabajo por vivir en comunión.
Las cofradías deben respetar y defender a sus sacerdotes que son cabeza de la Iglesia e imagen visible Cristo, Buen Pastor, en medio de la comunidad; y quererlos también con sus imperfecciones. Los sacerdotes somos hombres, no ángeles. No hay sacerdote perfecto como tampoco cofradía perfecta. La perfección la dejamos para Dios.
A su vez los sacerdotes debemos cuidar, alentar, proteger a nuestras cofradías pues gracias a ellas la fe se sigue contagiando a muchos y viviendo en innumerables ámbitos públicos que sin ellas resultaría imposible.

La Semana Santa es la catequesis plástica por excelencia, el momento de protestación de fe más evidente en las calles y en la sociedad. Sin lugar a dudas tiene que estar lleno y fundamentado de fe y en entera relación con la Iglesia, pero en esta sociedad actual en la que sobran los ataques frente a los cristianos, ¿no es una de las mejores formas de hacer ver la presencia de la fe? Y no hablamos solo de cortejos procesionales, sino de actos caritativos, conferencias formativas…la vida de hermandad.
Totalmente de acuerdo contigo Manolo. Escuché con gran razón en una entrevista que en el Sur tenemos mucha suerte de gozar de hermandades y cofradías gracias a ellas, la fe o los símbolos religiosos son conocidos y vividos aún como algo connatural a todos.

-La gran mayoría de nuestras hermandades presentan unos grupos jóvenes consolidados y activos, ¿crees que de ellos puede salir alguna vocación sacerdotal o consagrada?
No solo puede sino que debería. Las vocaciones son un termómetro del estado vital de nuestras comunidades y grupos. Pero no solo religiosos o sacerdotes, también deben salir verdaderas familias católicas que sean semilleros de nuevas vocaciones y constructoras de una nueva sociedad, levadura en mitad de la masa. 

-Aterrizando un poco en la actualidad cofrade, ¿cómo ves el estado de nuestras hermandades y cofradías?
Creo que se está trabajando mucho y bien. La seriedad de nuestros cortejos, su número, su patrimonio siguen evolucionando en muy buen sentido. También se está haciendo un gran hincapié en el ámbito formativo y caritativo. El horizonte, ya lo dice el Concilio Vaticano II, la fuente y el culmen de la vida cristiana es la Eucaristía. Toda piedad o actividad eclesial que no termine celebrando la presencia del Señor en medio de nosotros es aún imperfecta. El cien por cien es imposible,… pero debemos conseguir que la gran mayoría de los hermanos participen de la vida sacramental porque es ahí donde está sin paragón la presencia real de Cristo y el modo ordinario por el que el Señor se adentra y participa en la vida de cada hombre.
Una parroquia, asociación de fieles, de la índole que sea, o hermandad, que no tenga como pretensión última de cada una de sus actividades renacer, vivir y terminar celebrando la Eucaristía, no tiene sentido.

-¿Y en el ámbito formativo?
Creo que hay mucha riqueza y cantidad de propuestas en cada una de las hermandades (charlas cuaresmales, formación permanente, formación de jóvenes, cursos de confirmación…). Al final sufren la misma dolencia que las parroquias y resto de asociaciones católicas la escasa participación si nos fijamos en el total de hermanos, feligreses o miembros de cualquier asociación. No hay recetas prefabricadas pero no cansarse de informar, anunciar y proponer a los hermanos para que no dejen de participar en estos espacios es el camino.

-La Cuaresma comenzará este año el 14 de febrero, y todos los cofrades ya se encuentran descontando días para la fecha… ¿qué mensaje lanzas a los cofrades para que vivan intensamente este tiempo tan importante?
Que vivamos estas fechas desde dentro. Desde lo más íntimo.

-Aunque aún queden más de sesenta días, ¿cuál es tu deseo para la Semana Santa del 2018?
En primer lugar, que disfrutemos de este modo de vivir la fe, tan sencillo y tan genuino que expresa nuestro carácter y nuestra manera de ser. Y en segundo lugar, un clásico deseo, que no llueva.

-¿Qué le dirías a cualquier persona que acude a ver los cortejos procesionales y se están pensando el formar parte de alguna cofradía?
Que no se lo piense y pruebe.

-Y por último, antes de hacerte una serie de preguntas para conocerte más #DeCerca, ¿cómo le describirías a alguien que desconoce nuestro mundo cofrade la pasión que sientes por la Semana Santa de Granada?
Es difícil de explicar, pero al empezar cada Cuaresma el gusto por disfrutar de la imaginería granadina, de la catequesis pública que es cada cortejo va en aumento. Y cuando llega la tarde del Domingo de Ramos, ¿quién no está en la calle?

Y para conocerte un poco más de cerca:

- Un recuerdo de tu infancia como cofrade:
La primera vez que procesioné y el dolor de pies de la mañana siguiente.
- Una imagen de Cristo de nuestra Semana Santa:
El Cristo de la Misericordia.
- Una imagen mariana de nuestra Semana Santa:
Santa María de la Alhambra.
- Una marcha cofrade:
Caridad del Guadalquivir.
- Tu mejor recuerdo como cofrade:
Vivir la estación de penitencia como costalero.
- Un momento especial de la Semana Santa (que no sea una de las hermandades donde procesionas):
El encierro del Huerto de los Olivos.
- Tu rincón para ver cofradías:
Acera del Darro.
- Tu momento más feliz como cofrade:
A mi hermano Salvador, cuando le tocó organizar el cortejo alhambreño por primera vez. Me sentí orgulloso.
- Y el que te hubiera gustado no vivir:
Cuando tenía 10 años, llovió en Sábado Santo, era la primera vez que vivía como una estación de penitencia era suspendida.
- ¿Con que adjetivos definirías nuestra Semana Santa?
De urdimbre y trama. Solo se conoce cuando se vive, en cada rincón, en cada calle. Granada es una ciudad que regala, como ninguna otra, innumerables espacios para descubrir nuestra Semana Santa.
- Cuéntanos alguna anécdota cofrade que hayas vivido:
En mi primer año como acólito en Santa María de la Alhambra me presenté con la hora justa y calcetines negros (en lugar de blancos), deprisa y corriendo tuvimos que echar mano de un vecino que vivía cerca (en aquel tiempo salíamos desde el Sagrario) para que me prestase unos. ¡Qué apuro! (risas).


Muchas gracias Luis por tu cercanía en esta entrevista, de parte de todo el equipo.