Es una tradición varias veces centenaria, la celebración de la Candelaria que organiza cada año la Archicofradía del Rosario. Rezo del Santo Rosario, la bendición de las candelas, la procesión claustral y la Eucaristía, con la bendición de los niños y la ofrenda ante el altar de dos pichones, en recuerdo de los que llevó la Sagrada Familia al templo de Jerusalén, luego del Nacimiento de Cristo, y del Niño Jesús que suele llevar en sus brazos la titular de esta corporación de la Iglesia de Santo Domingo-Parroquia de Santa Escolástica, componen el programa que habitualmente desarrollan los archicofrades cada 2 de febrero. Pero en esta ocasión, hubo una novedad destacada. Así, la imagen con la que se hizo la procesión claustral, no es la que suelen utilizar tradicionalmente. La elegida es una talla del XVIII y que fue donada a la Archicofradía el año pasado. Procede del Convento de Santa Catalina de Siena y tiene una gran similitud con la que habita el Camarín.
Pese a que el templo dominico es uno de los más grandes de Granada, estuvo repleto de fieles que también participaron en la emotiva procesión claustral, no exenta de momentos de una enorme belleza plástica. Al término del acto religioso, la Archicofradía volvió a invitar a los asistentes, como hace cada año, a unas tartas realizada en el Convento de Santa Catalina de Zafra y sidra, en la Sacristía del templo, lo que permitió que los asistentes tuvieran la oportunidad de confraternizar.