No
pudo ser…
En
este año la espera, lejos de concedernos la mejor de las recompensas, nos
propina el más duro de los castigos. Las lágrimas de otras primaveras, fruto de
la emoción o la decepción provocada por la lluvia, se tornan en este 2020 en un silencio atronador…
No
podemos entender esta situación como un castigo, aunque sí es cierto que nos
debe servir como una llamada a la reflexión y para hacernos algunas preguntas,
como por ejemplo: ¿Cuál es el sentido de
la Semana Santa? ¿Cuál es el papel
de las cofradías? ¿Para qué sirven
la estaciones de penitencia?
Si
profundizamos en estas ideas llegaremos a la conclusión de que en este año Dios
nos brinda la oportunidad de vivir la más pura de las penitencias, de hacer la
más sincera obra de caridad, de ser austeros, de empatizar y sufrir con el
hermano.
En un rincón de nuestra alma
reposará la chicotá que no hicimos, la cera que no quemamos, el capillo o la
mantilla que no nos ceñimos, el palco que no ocupamos, los abrazos que no nos
dimos, la radio que no encendimos, las tertulias y las convivencias que no
celebramos…
Sin
embargo, sabedores de que todo esto volverá, estamos obligados a dejar atrás
nuestra propia nostalgia y a aprovechar la posibilidad de vivir la Pasión de Jesús
desde la lectura, la oración, el ayuno, la PENITENCIA,
la reflexión y la meditación. El aislamiento, el recogimiento, la privación de
caprichos, el control de nuestros deseos. En
este año más que nunca te animamos a ti,
cofrade, a ser más CRISTIANO. Te animamos a ser más solidario con tu
hermano o tu vecino que es mayor o está impedido. Te animamos a rezar por los
que sufren o los que ya no están, y por sus familias. Te animamos a
reconciliarte con ese amigo del que te separaste. Te animamos a tratar de ser
más humano.
Te
exhortamos también, querido cofrade, a ayudar a tus hermandades en todos los proyectos
de caridad que durante estos días están desempeñando. Te alentamos a colaborar
en gastos y actividades telemáticas y a mostrarte más cercano que nunca a
ellas. Porque…
no olvidemos que tras vivir la Cuaresma más pura, es ahora el momento de
celebrar la Semana Santa más auténtica. Con la túnica, el costal, la mantilla o
la corneta en nuestro corazón, con la estampa de nuestros benditos titulares en
nuestra alma; vivamos y celebremos una nueva Semana Santa.
¡Feliz Viernes de Dolores y Feliz Semana Santa!