domingo, 5 de abril de 2020

SEAMOS COMO NIÑOS #LaCartela



Llegó el 5 de abril del 2020, marcado en el calendario con esas tres palabras que ilusionan a un cofrade como nada más lo puede hacer en este mundo: Domingo de Ramos. La historia lo dejará marcado en rojo como uno de los más tristes de la historia. Suena duro, pero lo es. Una pandemia mundial que ha hecho parar la vida de gran parte del planeta: tan importante como lo laboral, tan esencial como lo familiar… y para los que nos desvivimos por la fe y su catequesis puesta en la calle, también parece que se ha parado lo cofrade, pero nada más lejos de la realidad…

Aquel que se ha dignado a abrir este artículo y echarle un ojo a estas simples líneas, puede pensar que acaba de comenzar a leer un artículo más, de tantos que hay en estos días, en el que se intenta levantar el ánimo y mirar al frente. Pero siento decepcionar su percepción previa, pues lanzo un mensaje para ahora, para este mismo instante. Que los cofrades decimos y vivimos el ‘siempre de frente’, pero aprovechando que muchos vamos a tirar de vídeos e imágenes del ayer para vivir estos días, escribo estas líneas para dejar claro un mensaje: seamos como niños.

No sólo Jesús dejó claro en su vida, y escrito quedó en los Evangelios, que los niños son predilectos por su inocencia y, estoy bien seguro de ello, por su intensidad en el sentir y vivir de cada circunstancia.

Seamos como niños... Cuántas veces volvemos atrás la mirada con una tímida sonrisa en los labios recordando nuestras andanzas en la infancia. Los que somos cofrades, ni que decir tiene, nos buscábamos trabajaderas y martillos en cualquier lugar de la casa, usando como palios y misterios todo tipo de muebles que cargaban con muñecos, realizando eternas chicotás por pasillos y salones. ‘La derecha atrás’ gritaba mi padre, que se unía a mis delirios cofrades de pequeño, o no tan niño.

Seamos como niños… Aquellos que nos dedicamos a la educación sabemos que las lecciones no cesan de darse de forma recíproca entre alumnos y tutor, y en estas líneas confieso que quien me lanzó a escribir este artículo fue un gran cofrade de tan solo siete años. Él ha llamado a mi corazón cofrade en un Viernes de Dolores muy difícil para él y para toda su familia. Hermanos cofrades de la patrona de Maracena, la bella imagen de la Virgen de los Dolores a quien Juande espera todo un año para verla pasear por las calles de su pueblo. Pero este pequeño alumno del Colegio Sagrada Familia Pureza de María sacó temple para vivirlo de una forma diferente, pues saberse afortunado de poder verla cualquier día en la parroquia le hacía fuerte. Entonces decidió dejarnos claro el modo de vivir nuestra semana mayor en este difícil año:

Sacó del armario la faja, el costal y la medalla de su hermandad. Una vez indumentado como corresponde, desempolvó el paso del Cristo crucificado que tiene en su cuarto. Encendió los cirios con la ayuda de su madre y encaró el paso para salir camino al salón de casa. Se postró antes Jesús, al cual miraba con amor y respeto, siendo esta la mejor oración posible. Entonces colocó su mano en el martillo mientras el papá hacía resonar en casa los sones de unas cornetas y tambores.
‘¡Juande!’ gritaba este gran cofrade. Hacía de capataz a la vez que se llamaba a sí mismo. Tras comprobar que la cuadrilla estaba lista para levantar al cielo, tocó el martillo y se metió debajo del paso para comenzar una chicotá eterna…

Seamos como niños... la Semana Santa no se ha cancelado, pues el centro de la vida y fe de los cristianos no depende de los cortejos procesionales en las calles, sino de unos sacramentos que vamos a vivir en la distancia, pero muy unidos. Así también lo haremos con nuestras hermandades y cofradías, sacando del armario el capillo, la faja, la mantilla, el rosario, el costal, la medalla… haciendo sonar marchas y creando auténticas nubes de incienso. Que esta es nuestra Semana Santa de 2020, esa que no nos hubiese gustado vivir, pero de la que hay que sacar todo lo mejor, y vivirla como nos enseña un gran cofrade de tan solo siete años. Gracias a su familia por inculcar tan bella pasión. Gracias Juande por regalarnos tan bella lección: ‘seamos como niños’.

Feliz Domingo de Ramos.


Manuel Montes Jiménez