miércoles, 8 de abril de 2020

SEMANA SANTA EN EL MUNDO: REFLEXIONES DE UN MILANÉS EN EL AÑO DE LA PANDEMIA

EL DESAFÍO DE LA PUERTA ESTRECHA

«Esforzaros en entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar y no podrán» (Lc 13). La imagen de la puerta estrecha referida por Jesús para definir el camino que hay que recorrer, no la había tenido nunca tan presente como en estos días. En las últimas semanas estamos, obligados por las circunstancias, en la elección de vivir en primera persona la Pasión de Jesús y a la espera de la Pascua de Resurrección. 


El sentimiento de impotencia, el dolor por la pérdida de familiares y amigos a causa del Covid-19, las noticias que vienen cada día no nos dan tregua y la puerta además de ser estrecha parece aparecer lejana, así el riesgo de que la tristeza o el miedo nos paralicen es más que real. Sin embargo, cuando menos lo esperas, recibes mensajes de afecto y cercanía, pero sobre todo son las video-llamadas imprevistas de amigos queridos las que nos alientan. Cada uno cuenta su nueva vida en cuarentena, un amigo que se ha casado hace poco nos invita a aprovechar este tiempo, hasta el punto de que quizá un día echaremos de menos la cuarentena. Nos ayudan las palabras pronunciadas por San Juan Pablo II al inicio de su pontificado en 1978: «No tengáis miedo, abrid, abrid de par en par las puertas a Cristo», y hoy se hace presente, al mismo modo la oración silenciosa del papa Francisco delante de la Salus popoli romani y del Crucifijo de San Marcello sobre el desierto de la basílica de San Pedro. En Lombardía la abnegación y la tenacidad incansable con la que los ingenieros y obreros han hecho los nuevos hospitales en la Feria de Milán y de Bérgamo son ejemplos luminosos en medio de la batalla contra el virus. Infunde ánimo también un escritor católico como J.R.R. Tolkien a través de las palabras de Aragorn en el romance de El Señor de los Anillos, animándonos a cruzar la puerta estrecha: «Pero nosotros que permanecemos aquí no podemos olvidar a nuestros compañeros mientas nos queden fuerzas. ¡Vamos! Partiremos en seguida. ¡Dejad aquí todo lo que no sea imprescindible! ¡Marcharemos sin detenernos de día y de noche!».

Davide Amata