San
Francisco es reconocido como el inventor del Belén, entendiendo por este una
representación del Nacimiento de Jesús. Aunque con anterioridad el arte
cristiano tuvo la oportunidad de expresar esta escena de la vida del Salvador, fue el Santo de Asís quien en 1223 celebró la
Misa de Nochebuena en una cueva que ambientó para la ocasión con una pesebre
vacío, en alusión al relato evangélico, acompañado de una mula y un buey, de
acuerdo con la tradición. Es entonces, a decir de los estudiosos, cuando nació el
Belén.
Desde Italia a España
El
origen del Belén es por tanto italiano. Allí alcanza gran auge a partir del
siglo XIV y se expande a toda Europa. En su llegada a España, tuvo una especial
influencia la venida de Carlos III desde la Nápoles a nuestro país, para suceder a Fernando VI. Fue por tanto en el siglo XVIII cuando se extendió entre nosotros la costumbre de instalar belenes, al
principio como una moda y luego como una tradición que llega hasta nuestros
días. España fue a su vez responsable de difundir el Belén por Hispanoamérica.
Hoy
es una costumbre que se extiende a todos los países de tradición cristiana.
Luego de un tiempo reciente en que el Belén entraba en competencia con el árbol
de Navidad, en la actualidad parece nadie se plantea este asunto y ambos conviven como símbolos de esta festividad.
Y Granada lo hace suyo
Granada
es cuna de algunos de los mejores belenistas del mundo. Como tantas otras cosas
nuestras, no se ha valorado en su justo término el trabajo de los escultores
que han realizado auténticos primores con sus figuras. Sin embargo comienza a
ponerse de relieve esta circunstancia. Las figuras de Rada, José Jiménez
Mariscal o de Manuel Collado García, compiten con los mejores artistas del
género.
Pero
es que además, podemos escribir, y con orgullo, de un estilo granadino
singular, de extraordinaria categoría, dotado de una personalidad propia, que
hace de nuestro Belén, uno de los patrimonios artísticos más singulares y
a la vez, menos conocidos de Granada. Dos son sus principales características.
Características singulares
La
primera es la influencia de la escuela escultórica granadina. En las figuras,
especialmente en las tres centrales del Misterio, - Jesús, María y José-, es
fácil identificar,
rasgos de las figuras cimeras del arte hispano como Risueño o Mora, a través de
sus tipos característicos, las inclinaciones anatómicas y escénicas, o la dulce
expresividad de los rostros de la Sagrada Familia. Incluso a veces el barroco
exuberante con el que se representan a otros personajes secundarios, como los
Reyes Mayos, tienen, en mucho, connotaciones de la pintura granadina,
desbordante en imaginación, como también están presentes los ecos del
orientalismo y el costumbrismo que cultivaron muchos autores a partir del XIX.
Como
segunda característica singular de los belenes granadinos, hay que anotar el
trabajo primoroso del barro con el que se hacen las figuras. Todo en ellas es
arcilla cocida. Así, no se utilizan como en otras escuelas bien definidas de
belenistas, las telas encoladas para rematar los detalles del ropaje. Los
artistas granadinos modelan con primor la tierra para ofrecernos sugerentes
formas en movimiento, que se nos presenta vivísimas, dotadas de un realismo y
naturalismo asombroso.
Los
museos de Granada conservan ejemplares de belenes de topo tipo. Algunos de
elevado valor histórico-artístico, especialmente los de origen napolitano. No
podía ser de otra manera en una ciudad de un patrimonio tan importante. Pero
son los belenes granadinos, con sus figuritas de barro de belleza deslumbrante,
los que muestran el alma genuina de esta tierra.
Antonio Jiménez Rada
Es
en el XIX cuando comenzamos a ponerles nombres y apellidos a artistas, a veces
sagas familiares, que cultivan con especial acierto el arte del Belén. Antonio
Jiménez Rada, nacido en 1873 y que solía firmar con su segundo apellido, es un
claro exponente de cuando acabamos de exponer. Con él conviven Blas Román o sus
propios hijos, José y Josefa. Como sucedió en el XVI con la escuela escultórica
granadina, tuvo una importante influencia en la escuela belenística sevillana. Ello fue en parte porque los Rada vivieron durante años en Triana. Eran los suyos, belenes impregnados
del romanticismo imperante en la época y aunque el reconocimiento de su arte
les permitió una vida holgada en lo económico a la vera del Guadalquivir,
llegada la II República, retornan a Granada y establecen su taller en la calle
Gracia. El fin de los días de Jiménez Rada llegó en 1949 y su obra se reparte por numerosos
museos, como el de los Tiros en Granada y los de las Descalzas Reales o el
Romántico de Madrid, y en cotizadas colecciones particulares.
Mariscal
Su
hijo José Jiménez Mariscal, como hemos apuntado, continuó en el oficio. Al
igual que su padre, hizo del segundo apellido su marca. Hasta su fallecimiento
en 1995, creó unos tipos característicos, algunos de impronta tan personal como
la representación de los Reyes Magos y su cortejo. En la actualidad Jesús
Jiménez Gómez, hijo de José, y su nieto Héctor Jiménez Jurado, cultivan con
acierto esta tradición artística granadina.
No
fueron sus descendientes los únicos discípulos aventajados de Jiménez Mariscal.
Manuel Collado García, otro reconocido artista granadino, fue alumno suyo,
conjugando estas influencias con la de Agapito y Venancio Vallmitjana, autores catalanes
de gran renombre entre los cultivadores de este género. Collado recibió clases de su maestro
granadino en la Escuela Auxilio Social Bermúdez de Castro, donde también se
formó otro personaje de indudable talento, Jesús Lozano Gómez, con el que no
pretendemos agotar el listado de quienes que se inscriben entre los mejores escultores
granadinos de belenes, que acaso merecerían pronto un detallado catálogo.
Y
si importantes son los artesanos y artistas granadinos para determinar el
alcance de nuestra belenística, no menor es la influencia de la propia ciudad,
especialmente su paisaje y sus tipos populares. Los pintorescos escenarios de
los barrios castizos de Granada, como el Albayzín y el Sacromonte, sirven de
brillante inspiración para muchos belenes populares que reproducen estos
espacios entre lo urbano y lo rural, con sus cuevas, sus huertas, sus veredas …
espacios, en suma, ideales para ilustrar un belén. Además los personajes
granadinos, son el referente para la recreación de las figuras secundarias,
porque si exceptuamos a la Sagrada Familia, a los Magos de Oriente y a su
Cortejo, que visten por lo general los primeros a la usanza hebrea y los
segundos al estilo persa, el resto de los actores del Belén, suelen lucir
indumentarias a la usanza decimonónica granadina, entre bandoleros de faja
alpujarreña y el carácter de Chorrujumo, rodeados de enseres que evocan el
cobre y la fajalauza, como expresiones del acentuado sentido de la belleza
doméstica que se tiene en Granada.
NOTA: Ilustramos este artículo con la Guía de Belenes editada por COPE Granada y que se puede obtener de forma gratuita en su sede: Gran Vía 28 -2º. En ella se aprecia el Belén que instaló el año pasado la Cofradía del Cristo de San Agustín. El Niño Jesús es obra de José de Mora y de su escuela es la escultura que representa a San José. La Virgen es de Dueñas Rosales. Se trata de figuras de tamaño natural.